
La llegada, a la fronteriza ciudad de Bermejo, colindante con la salteña Aguas Blancas, de compradores argentinos ha impulsado una notable dinamización económica, motivada principalmente por la diferencia cambiaria. Las calles se llenan, los productos se venden y el flujo es constante.
Sin embargo, detalla el sitio Bermejo Noticias, que este crecimiento no planificado ha generado un profundo desorden urbano, donde las áreas verdes, calles y veredas han sido tomadas por el comercio informal, convirtiendo a la ciudad en un mercado a cielo abierto y dejando a las autoridades frente a una tarea que hasta ahora las ha sobrepasado: el reordenamiento.
Nathalie Gálvez, vicepresidenta del Comité Cívico de Bermejo, resume el sentimiento ciudadano con una frase lapidaria: “No hay ningún orden”. Zonas como la José Yache y el sector de Las Chalanas están prácticamente intransitables, mientras que mercados como El Porvenir y el 2 de Agosto permanecen vacíos, incapaces de atraer a los compradores que apenas cruzan la frontera.
La situación ha empeorado con la llegada de comerciantes de otros departamentos del país. Según denuncias locales, más de 500 vendedores foráneos han tomado espacios públicos sin regulación clara. Algunos pagan al Municipio por el uso de espacio (el llamado canchaje), pero muchos simplemente se instalan donde encuentran un rincón libre.
El dirigente gremial Rubén Borja añade otra capa de preocupación: los propios comerciantes bermejeños están siendo desplazados. “Se está atropellando a nuestra gente”, dice, al describir cómo vendedores improvisados se instalan incluso en canchas y parques, vendiendo desde la maletera de una camioneta.
El encarecimiento de los alquileres comerciales —que en algunos casos ha triplicado su valor— agrava aún más el problema, dejando fuera del mercado a quienes históricamente ocuparon esos espacios.
El desorden también alcanza al transporte. Taxis de Tarija y Yacuiba invaden la ciudad los fines de semana, sumándose a un sistema colapsado. Las zonas de mayor movimiento, como la avenida Petrolera, se han vuelto intransitables, lo que ha obligado a algunos choferes a evitar esas rutas.
Bermejo enfrenta un dilema complejo-sostiene el medio informativo- cómo mantener el dinamismo económico que el flujo fronterizo ha traído sin sacrificar el orden urbano ni el bienestar de su propia gente. La falta de planificación, de regulación efectiva y de visión a largo plazo está pasando factura.
El boom comercial puede ser una oportunidad histórica para esta ciudad fronteriza. Pero, sin una intervención firme, técnica y consensuada, el crecimiento se volverá insostenible.
Y en lugar de progreso, quedará el recuerdo de una bonanza que desbordó todo.