En Isla de Cañas, el 2 de noviembre no es solo una fecha en el calendario, sino un momento sagrado de conexión con los ancestros.
Esta comunidad Kolla honra a sus difuntos con un ritual que lleva siglos y que mezcla lo ancestral con lo católico, creando una fusión única que reafirma su identidad y fortalece la cultura local.
Una tradición de generaciones: honrar a los ancestros
El Día de los Difuntos es un momento esperado por todas las familias de Isla de Cañas. En la cosmovisión andina, esta celebración conecta a la comunidad con sus raíces, manteniendo vivo el legado de aquellos que ya partieron. Desde la noche del 1 de noviembre, se arman altares en las casas, cargados de ofrendas como frutas, comidas típicas, y bebidas, incluyendo la tradicional chicha, hecha con maíz fermentado. La preparación de estas ofrendas es un acto de unión que involucra a toda la familia y a veces también a los vecinos. Con entusiasmo, los niños se integran en el ritual, aprendiendo de sus mayores el significado de esta tradición. “La herencia más rica que pueden recibir es esta sabiduría ancestral”, comentan algunos de los mayores, quienes consideran que la continuidad de esta práctica fortalece la identidad cultural de la comunidad.
El simbolismo del altar: un puente entre los mundos
Los altares de Isla de Cañas son cuidadosamente dispuestos en tres niveles que representan los mundos andinos. En la parte superior, una pequeña escalera de pan simboliza el camino por el que las almas descienden al mundo terrenal. Aquí, además, se colocan representaciones del sol (Tata Inti) y la luna (Mama Quilla), símbolos de complementariedad que acompañan el viaje espiritual de los difuntos. El Kay Pacha, o mundo intermedio, es donde se disponen los alimentos y bebidas. En este nivel, los animalitos de carga, hechos de masa, representan a los seres de la comunidad que llevan sustento a los difuntos. Para los Kollas, la comida es una forma de retribuir y alimentar a sus seres queridos que regresan, aunque sea de forma espiritual.
Finalmente, en el Uku Pacha, el mundo de abajo, se colocan elementos que, lejos de representar algo oscuro, hablan del equilibrio necesario entre la vida y la muerte. Este nivel muestra la conexión con la tierra y el ciclo de la existencia, donde todo lo que vive debe retornar.
Agua, sal, incienso y flores: los elementos que guían a las almas
Cada elemento en el altar tiene un propósito que va más allá de lo material. El agua, fuente de vida, ayuda a calmar la sed de los ajayus (almas) tras su largo trayecto hacia el mundo de los vivos; la sal, como símbolo de purificación, protege sus cuerpos en su camino de regreso. Las velas iluminan su recorrido, mientras que el incienso ahuyenta los malos espíritus, permitiendo una entrada segura al hogar. Las flores, por su parte, embellecen y aromatizan el lugar, brindando una bienvenida cálida a las almas.
Gratitud y un ciclo de renovación y bendición
El 2 de noviembre, al mediodía, la celebración concluye con una emotiva ceremonia en la que las familias recogen las ofrendas tras rezar junto a amigos y vecinos en agradecimiento a las almas que los visitaron. El familiar más cercano al difunto distribuye las ofrendas, compartiendo con todos los presentes lo que queda de la visita espiritual. Luego, todos se dirigen al cementerio para dejar flores en las tumbas de sus seres queridos, adornando el lugar con color y vida. La comunidad Kolla de Isla de Cañas conserva este ritual como un acto de resistencia cultural. En cada Día de los Difuntos, reafirma su identidad, celebrando la vida y honrando a sus héroes y heroínas, como el Dr. Eulogio Frites, recordado por su lucha en la recuperación del territorio de Finca Santiago. Para el Consejo Kolla, este ritual es fundamental, pues representa la unión y la permanencia de la cultura a través de las generaciones.