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Dibujos animados, propaganda y censura a la memoria y la denuncia

El gobierno de facto de la última dictadura argentina utilizó la animación para divulgar sus ideas autoritarias, así como prohibió creaciones destinadas a las infancias que no conjugaban con sus ideales retardatarios. Con el correr de los años, los dibujos se convirtieron en herramienta contra el olvido.

FUENTE:https://www.telam.com.ar/notas/202203/587304-dibujos-animados-y-dictadura-de-la-propaganda-y-la-censura-a-la-memoria-y-la-denuncia.html

Como parte de su intento por modelar una sociedad dócil a su mandatos, la dictadura cívico militar utilizó la propaganda y la censura de forma abrumadora. Tenía especial interés en formatear a las infancias de acuerdo a sus valores “occidentales y cristianos” por lo que las obras artísticas destinadas a este segmento recibieron particular atención. Y los dibujos animados no escaparon a esa lógica.

En 1977, en el momento más duro del terrorismo de Estado, el gobierno dicatorial difundió por los canales de televisión una progaganda animada que aun muchos recuerdan. Arrancaba mostrando una vaca siendo ordeñada por unos monstruos de cara geométrica y dientes filosos, ropa negra y rostros rosados que la dejan flaca, mientras una fábrica que está en el fondo se derrumba.

“Argentina, tierra de paz y de enorme riqueza. Argentina: bocado deseado por la subversión internacional que intentó debilitarla para poder dominarla. Fueron épocas tristes y de vacas flacas. Hasta que dijimos ¡Basta! ¡Basta de despojo, de abuso y de vergüenza! Hoy vuelve la paz a nuestra tierra. Y esa paz nos plantea un desafío: el de saber unirnos como hermanos en el esfuerzo de construir la Argentina que soñamos”, dice la voz en off de un locutor. Mientras, la vaca corre a las criaturas malignas. Al final, un gauchito la alimenta, la vaca se recupera y tiene un ternero. En la pantalla se lee la consigna que se propagaba también en otras piezas publicitarias televisivas e impresas de ese trágico momento: “Unámonos”.

Un antecedente de esta animación es un cortometraje de la década del 60. Se trata de “Mañas y patrañas de gente extraña”. Según explicó el especialista Fernando Martín Peña en un artículo publicado en El cohete a la luna, es “un dibujo animado producido por encargo del Estado para pasar como complemento en los cines comerciales”.

Fue realizado por el estudio de José y Alfredo Zalnero. “Entre sus dibujantes figura Raúl Ávila, cuyo currículum indica que su paso por el estudio de los Zalnero fue entre 1963 y 1965. Ese dato sirve para fechar aproximadamente el corto en 1963, durante el gobierno de facto de José María Guido y en pleno apogeo del anticomunismo vernáculo”, explica Peña, que destaca que “el film se presenta como una fábula, protagonizada por animales antropomorfos a la usanza de Walt Disney y, de hecho, hay patos, ratones y tres chanchitos”, reseña . Como en la clásica historia, en lugar de un lobo, llega un zorro a perturbar la tranquilidad y el orden. En lugar de soplar las casitas, este villano imprime volantes, inventa rumores, brinda discursos y quiere cometer atentados.

“Y otra vez, sin creer en más patrañas, siguió en paz y progreso su destino sin detenerse nunca en el camino a escuchar a quien trae ideas extrañas. Recordemos todos bien el cuento, que esto puede pasar en cualquier momento”, concluye la voz del narrador.

En materia de censura, la dictadura que asoló al país entre 1976 y 1983, fue aún más cavernaria que los otros gobiernos militares. Por ejemplo, como refleja la muestra itinerante "Libros que muerden", prohibieron obras como “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry o canciones como “El twist del Mono Liso” de María Elena Walsh. También censuraron dibujos animados, como la recordada serie “Erase una vez el hombre”, la serie educativa francesa creada por Albert Barillé, con coproducción de otros países europeos, Canadá y Japón.

 

Así lo recuerda la periodista Verónica Smink en la BBC: “Los militares ordenaron a Argentina Televisora Color levantar el ciclo luego de que el Episcopado se quejó de que el programa había puesto en tela de juicio el concepto de la creación divina como origen del mundo. También molestó un capítulo que denunciaba la contaminación ambiental”.

Desde su primer capítulo, la serie apelaba a las explicaciones científicas y no a la religiosidad para explicar el origen de la humanidad. Y en su último capítulo, mostraba las consecuencias desastrosas para la naturaleza que generaría en el futuro una sociedad basada en el consumo. En España y en Chile los gobiernos dictatoriales también censuraron la serie.

En Argentina, se sumó que la historieta que se vendía en paralelo al programa “sufrió una curiosa forma de censura: los militares hicieron colocar calcomanías de un grupo musical popular en esa época (la banda española Los Parchís), sobre una página de uno de los tomos que contenía una referencia a la Iglesia considerada ofensiva”, recuerda la periodista.

El texto ocultado burdamente mostraba al sacerdote John Ball, uno de los protagonistas de la revuelta campesina inglesa de 1381, acusando a “esa gente vestida de terciopelo que tiene los vinos y los buenos panes mientras nosotros tenemos la avena y la paja”. Además aparecía Jan Huss, uno de los precursores de la Reforma Protestante que murió quemado en la hoguera, hablando de “esas criaturas de Satán que escogen el estado eclesiástico para comer bien, vestirse bien y poseer la estima”. Con paciencia y cuidado, se podía despegar el pegote de los Parchís y acceder a la información tapada.

 

 

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