Seguridad

El Conicet fue elegido mejor institución científica de Latinoamérica

El ranking más prestigioso de la ciencia que evalúa instituciones científicas de América latina lo pone al Conicet en el 1er lugar de Latinoamérica por el alto nivel de su producción académica.

Se trata del ranking más reconocido del sector, elaborado por Scimago Institutions. Priorizó tanto los desarrollos como la cantidad de producción de sus investigadores. Satélites, patentes, vacunas, shampoo, barbijos, alimentos, algunas iniciativas claves del principal organismo de ciencia del país.

De los primeros once puestos, cuatro son de nuestra nación: Conicet, Instituto Tecnológico de Chascomús, Fundación Instituto Leloir y Centro Científico Tecnológico de La Plata. Le sigue Chile con tres, Brasil con dos, y México y Panama con uno.

El Conicet y los desarrollos científicos

La importancia del Conicet tiene su correlato en la práctica, con proyectos concretos. Desde acuerdos de investigaciones astronómicas con la NASA y la Agencia Europea, hasta desarrollos nucleares, biológicos y ciencia básica reconocida en el mundo (solo este año hubo tres investigadores que obtuvieron los principales premios internacionales de sus categorías).

Las noticias de iniciativas innovadoras se multiplican cada semana. En los últimos días se conoció que especialistas del Conicet revelaron principios para encarar la búsqueda de nuevos candidatos a fármacos contra la bronquiolitis y otras infecciones.

Los investigadores desentrañaron el rol de las proteínas de replicación del virus sincicial respiratorio (VSR) en la formación de ciertas estructuras que crean los virus en el interior de las células para autoperpetuarse e infectar, llamadas “fábricas virales”.

Según comunicó el organismo, el hallazgo provee un nuevo flanco terapéutico para el VSR y, potencialmente, otros patógenos virales que usan el mismo mecanismo, como los que causan sarampión, Covid-19 y ébola.

En Bariloche acaba de inaugurarse el Centro de Referencia en Levaduras y Tecnología Cervecera (Creltec), un espacio multifunción único en la región en el ámbito científico–tecnológico donde confluyen diversas capacidades, como la colección más grande de levaduras autóctonas del país, y cuenta además con laboratorios de microbiología y biología molecular, y de análisis de alimentos.

También está la Industria del Conocimiento, que vive un boom en nuestro territorio. De hecho, la Argentina es el país con el mayor incremento de programadores de América Latina. En 2022 subió un 41% en comparación con 2021. Y para 2024, prevén que este sector exporte por U$S 10.000 millones.

Patentes

El Conicet es una ciudad de la ciencia creada en 1958 por el Premio Nobel Bernardo A. Houssay y que hoy cuenta con 28 mil personas –entre investigadores, becarios, técnicos y administrativos–, y más de 300 institutos y centros exclusivos.

Hay otro número que impacta, que refuta el argumento libertario de la supuesta falta de productividad: el Conicet posee 985 patentes. Incluso es un área de gran generación de divisas, justamente uno de los mayores problemas de la Argentina actual.

Una de las firmas tecnológicas más recientes es Galtec, una empresa tecnológica que concretará desarrollos en base a una molécula (Galectina-1), descubierta y estudiada durante tres décadas por el investigador cordobés Gabriel Rabinovich, director del Laboratorio de Glicomedicina del Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme), y que se volvió una de las inmunoterapias más prometedoras a nivel mundial contra el cáncer y las enfermedades autoinmunes.

En UniLib, el laboratorio ubicado en La Plata, YTEC (la empresa de YPF y el Conicet) comenzará a fabricar en los próximos días celdas y baterías de litio que servirán para alimentar almacenadores de energía renovable, vehículos eléctricos y otros dispositivos.

Será el primero de Argentina. YTEC también trabaja en generar energía con hidrógeno azul y tienen un proyecto en etapa piloto para extraer litio de manera directa, evitando el método evaporístico que demanda enormes cantidades de agua.

De barbijos a satélites

Nuestro país tiene 3,18 investigadores cada mil habitantes económicamente activos. La tasa más alta de América Latina. Hay ejemplos concretos de desarrollos como los “barbijos del Conicet” de Atom-Protect y los testeos rápidos que lograron contener la altísima demanda durante los picos. Pero el sumun es la vacuna ARVAC Cecilia Grierson: el equipo dirigido por Juliana Cassataro (UNSAM-CONICET) está muy cerca de completar el ensayo clínico de fase 3, en voluntarios menores de 60 años.

Ya presentó la información correspondiente ante la ANMAT para continuar el proceso de evaluación y los próximos pasos hacia la eventual aprobación de la vacuna que, en palabras de Cassataro, “cumple el objetivo en cuanto a respuesta inmune contra las tres variantes probadas” de Covid. Otras investigaciones avanzaron en datos reveladores sobre el combate al chagas, el dengue y el Síndrome Urémico Hemolítico, entre otras enfermedades.

Un desarrollo argentino es una de las cenicientas de las patentes del Conicet: la loción capilar contra la calvicie. Ecohair está basado en las propiedades naturales de la jarilla y el café descafeinado, y presentó una «eficacia del 84,6%» en hombres y mujeres que poseían diagnósticos con alopecias no cicatriciales. Está elaborado por una empresa PyME de base tecnológica que busca minimizar el impacto ambiental. 

La relación público-privado puede verse (y probarse) en las góndolas. A principios de año la empresa Danone y el Conicet lanzaron una nueva línea de yogures con probióticos que refuerzan el sistema inmunológico contribuyendo a la prevención de enfermedades respiratorias y gastrointestinales. Si bien el organismo destina determinada cantidad a instituciones de bien público con fines sociales, el precio a consumidores sigue siendo una barrera.

No es el único producto público-privado: en 2021 lanzaron junto a la empresa Babasal la primera bebida a base de quinoa (Biba), un alimento altamente nutritivo y antioxidante andino que cuenta con varias líneas de investigación al ser poco conocido en nuestras tierras, que van desde galletas hasta pan para celíacos. 

El Conicet también cuenta con investigadores que avanzan en la creación de carne de laboratorio para contrarrestar el alto grado de contaminación ambiental, la elaboración de alimentos personalizados con impresión 3D o la incorporación de carne de reptiles en un país poco acostumbrado como el nuestro. 

En Córdoba, Tronador II-250 superó la prueba de motores, una instancia clave de cara a la intención de que empiece a lanzar cohetes de hasta 750 kilogramos en 2029, elevándolos hasta a una distancia de 600 kilómetros de la Tierra. Podría haberlo logrado en 2024, pero el proyecto se frenó durante el macrismo y recién se pudo retomar en 2020, pandemia mediante.

Cuando Tronador II cobre vida, la Argentina será uno de los diez países del mundo en tener el ciclo espacial completo: diseñar satélites propios, y lanzarlos al espacio. El único de Latinoamérica.

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