El otro 17 de octubre, el de la lealtad al amigo, para seguir haciendo camino al andar

Un grupo de amigos de la Quinta promoción franciscana del Instituto Padre Gabriel Tomassini, volvió a encontrarse para celebrar lo que el tiempo no puede borrar: la lealtad, la amistad y la vida compartida.
Ayer, 17 de octubre, mientras muchos celebraban el Día de la Lealtad peronista, quince sexagenarios también conmemoraron y festejaron la lealtad. Pero en este caso la celebración tuvo otro motivo: la lealtad a la amistad, al “compañero” de pupitre, al “camarada” de travesuras, al “correligionario” franciscano que aún honra las enseñanzas de aquel grande llamado Honorato.
Y es así, que anoche, la generosidad del dueño de casa, el querido y voluminoso “Tano” Dibenedetto, abrió sus puertas para que ese grupo de niños grandes compartiera sin ambages y se redescubrieran en su esencia.
La presencia de dos entrañables —Miguel Latigano y Gustavo Correa— fue una bocanada de juventud. Su humor intacto, su chispa, recordaron lo maravillosa que es la amistad cuando sigue latiendo sin imposturas ni compromisos.
Se sintieron, claro, varias ausencias y también la de otro ser excepcional: Víctor Orgaz. Pero su justificada ausencia por razones filiatorias solo reafirma el cariño con que se lo espera siempre.
La comida? Ya no es sorpresa: unos simples pejerreyes, en esas manos de pescador nato, se convirtieron, otra vez, en un festín, en la exquisitez de lo que se comparte y se brinda con el corazón.

Las presencias del “chino” Miguel Balduzzi, de Juan Manuel “perro” Medina, de Miguel “pato” Falcone, de Jorge “coco” Mongay, Sergio Estrada, del “negrito” Héctor Alarcón, Daniel Centeno, Sergio Quiróz, del rebelde “negrito” Luis Aramayo, Hernán “unca” Zabala, del “tocólogo” Gustavo Correa, del aún “doctor” en ejercicio Miguel Latigano, del inconmensurable César Dibenedetto, del ex fiscal Justo Vaca y del “cabezón” Néstor Gauna engalanaron esa noche con risas, recuerdos y afectos genuinos.
La reseña la dio el dueño de casa con una frase conocida, pero contundente, “porque, como dijo Machado (no Fred, el otro): “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.”
Y ellos, estos añosos y queribles personajes, siguen caminando… juntos.