El Papa Francisco delineó la realidad y pidió trabajar por la paz mundial
“Cuando experimentamos nuestra debilidad y fragilidad, es cuando podemos sentir a Dios aún más cerca, porque se nos ha presentado así, débil y frágil”, fueron las palabras del Papa Francisco a la hora del rezo del Ángelus, en el primer día del nuevo año 2.022.
El Pontífice recordó que Jesús, "nace pequeño y necesitado para que nadie deba avergonzarse jamás de sí mismo" e invitó a todos a vivir en fraternidad y trabajar en la construcción de la paz mundial.
Tras haber celebrado la primera Misa del Año 2.022, en solemnidad de María Santísima, Madre de Dios; el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus junto a los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
Reflexionando sobre el Evangelio de la liturgia que habla de la Virgen, "remitiéndonos nuevamente al encanto del pesebre", el Santo Padre destacó que María, tras el nacimiento del Hijo de Dios, "no se lo guarda para ella misma, sino que nos lo presenta" y deja que los pastores que van sin demora hacia la gruta, puedan adorarlo.
"Dios está cerca, a nuestro alcance. No viene con el poder de quien quiere ser temido, sino con la fragilidad de quien pide ser amado; no nos juzga desde lo alto de un trono, sino que nos mira desde abajo como a un hermano, más aún, como un hijo. Nace pequeño y necesitado para que nadie deba avergonzarse jamás de sí mismo"
Para Francisco, precisamente cuando experimentamos nuestra debilidad y fragilidad, es cuando podemos sentir a Dios aún más cerca, "porque se nos ha presentado así, débil y frágil". "Es el Dios-niño que nace para no excluir a nadie. Para hacer que nos convirtamos todos en hermanos y hermanas". "Tenemos necesidad de este aliciente. Vivimos aún tiempos inciertos y difíciles a causa de la pandemia. Son muchos los que están atemorizados por el futuro y agobiados por las situaciones sociales, los problemas personales, los peligros que provienen de la crisis ecológica, de las injusticias y de los desequilibrios económicos planetarios"
El Pontífice dedicó un pensamiento especial a las jóvenes madres y en sus hijos que huyen de las guerras y de las carestías o que esperan en los campos de refugiados:
"Contemplando a María que coloca a Jesús en el pesebre, poniéndolo a disposición de todos, recordamos que el mundo cambia y la vida de todos mejora sólo si nos ponemos a disposición de los demás, sin esperar que sean ellos los que comiencen" -dijo Francisco- haciendo hincapié en que, si nos convertimos en artesanos de la fraternidad, "podremos tejer los hilos de un mundo lacerado por guerras y violencias".
En alusión al Día Mundial de la Paz, que se celebró este 1 de enero, el Papa puntualizó que la paz "es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido". "Don de lo alto: debe ser implorada por Jesús, porque solos no somos capaces de custodiarla. Sólo podemos construir verdaderamente la paz si la tenemos en nuestro corazón, sólo si la recibimos del Príncipe de la paz.