El Papa Francisco y un breve y sentido mensaje por la Paz

Este Domingo de Pascua, en un contexto de profunda fragilidad física tras su reciente hospitalización, el Papa Francisco apareció brevemente en la logia central de la Basílica de San Pedro para saludar con un sentido “¡Feliz Pascua!” al mundo entero, antes de que su tradicional mensaje Urbi et Orbi fuera leído por monseñor Diego Ravelli, maestro de las Celebraciones Litúrgicas.
Aunque su estado de salud le impidió dar el mensaje completo por sí mismo, el Sumo Pontífice dejó claras sus intenciones a través de cada una de las palabras pronunciadas en su nombre. La paz, insistió, “no es posible sin libertad religiosa”, y tampoco puede alcanzarse si no se pone fin a la carrera armamentística. “¡No más estruendos de armas!”, clamó, marcando uno de los ejes más fuertes de su mensaje pascual. En un tono profundamente espiritual pero no exento de referencias a las heridas del presente, el Papa destacó que “el amor venció al odio. La luz venció a las tinieblas. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la venganza”. Y aunque reconoció que el mal persiste en la historia, remarcó que ya “no tiene dominio sobre quien acoge la gracia de este día”. Francisco no dejó de hablarle directamente a quienes sufren. “Sus gritos silenciosos han sido escuchados, sus lágrimas han sido recogidas, ¡ni una sola se ha perdido!”, recordó, en un mensaje de cercanía con las víctimas de la violencia, la guerra, la marginación y la indiferencia.
Llamado urgente a la paz
En el tramo más político de su mensaje, el Papa se refirió a los conflictos que sacuden al mundo y, especialmente, a la situación crítica en Medio Oriente. “Deseo que, desde el Santo Sepulcro, donde este año la Pascua será celebrada en la misma fecha por católicos y ortodoxos, se irradie la luz de la paz sobre toda Tierra Santa”, expresó. Reiteró su cercanía al sufrimiento de los cristianos en Palestina, a los pueblos palestino e israelí, y expresó su alarma por el aumento del antisemitismo en el mundo. En ese marco, visibilizó el drama de la comunidad cristiana en Gaza.
Aunque el Papa no pudo leer por sí mismo el mensaje completo, la fuerza de sus palabras resonó en todo el mundo. Su aparición, breve pero simbólica, fue un gesto de voluntad y compromiso frente al mundo, a pesar de las limitaciones impuestas por su estado de salud.