En el Día del Himno Nacional, una curiosidad sobre esta canción patria
Hoy Argentina celebra el Día del Himno Nacional Argentino. En su 209 aniversario es gran momento para adentrarnos en su rica historia, haciendo hincapié en un episodio que modificó la canción patria.
Comenzamos el recorrido en la mítica Asamblea del año XIII que, aunque no cumplió con su objetivo primordial: declarar la Independencia, dio claras señales a la población de que estábamos en un proceso emancipador: adoptó el Escudo Nacional, el Himno y creó la primera moneda con la leyenda “Provincias Unidas del Río de la Plata”.
Por entonces se escribieron dos canciones patrióticas, siendo seleccionada la Vicente López y Planes. La otra era del patriota Fray Cayetano Rodríguez y recibió también aplausos.
Según las crónicas, el autor del himno solía escribir bajo una enorme higuera que se hallaba en el fondo de la casa, en la actual calle Perú de nuestra capital. Al morir el vetusto árbol la familia conservó su tronco. Pero desconocemos el destino de dicha madera, a partir de 1900.
La musicalización estuvo en manos del español Blas Parera, de quien no se conservó siquiera un retrato. Por eso en 1875 Julio Núñez, entrevistando a quienes lo habían conocido, lo hizo pintar por el artista Benjamín Villegas.
Debemos decir que la Asamblea del año XIII, además de aprobar ciertas insignias patrias, redobló las medidas antiespañolas.
En vísperas de la Navidad de 1813, “fueron ejecutados cuatro peninsulares y un negro, acusados de conspiración. Se prohibían las reuniones de más de tres españoles, se condenaba a muerte a quien intentara la fuga hacia Montevideo —ocupada por los realistas— y se establecía que para montar a caballo los españoles tenían que pedir previamente una licencia especial”, comentó en los años 60’ el historiador Piñeiro.
En este contexto combativo el himno hacía alusión a los españoles de manera agresiva. Por eso, en las puertas del siglo XX, la nutrida comunidad española en nuestro país –fruto de la enorme inmigración– realizó marchas y protestas pidiendo que fuese modificado. A esto se sumaron solicitudes diplomáticas.
La respuesta estuvo en manos del presidente Julio Argentino Roca. En marzo de 1900 estableció a través de un decreto:
"Sin producir alteraciones en el texto del Himno Nacional, hay en él estrofas que responden perfectamente al concepto que universalmente tienen las naciones respecto de sus himnos en tiempo de paz y que armonizan con la tranquilidad y la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que pueden y deben preferirse para ser cantadas en las festividades oficiales, por cuanto respetan las tradiciones y la ley sin ofensa de nadie, el presidente de la República, en acuerdo de ministros decreta:
Artículo 1°. En las fiestas oficiales o públicas, así como en los colegios y escuelas del Estado, solo se cantarán la primera y la última cuarteta y el coro de la Canción Nacional sancionada por la Asamblea General el 11 de mayo de 1813."
Entre los ministros que firmaron aquel decreto se encontraban el Comodoro Martín Rivadavia –nieto de don Bernardino– y Emilio Civit, que por entonces estaba a cargo del Ministerio de Obras Públicas, encargado de terminar el edificio del Congreso Nacional.
Podemos decir que aquel himno que nace como un grito de libertad, ya no necesitaba ser combativo con los españoles. Se modificó como muestra de hermandad y respeto mutuo.