En el segundo día del Triduo, llamaron a terminar con las desigualdades
El segundo día del Triduo del Milagro permitió vivir la fiesta de la Exaltación de la Cruz. La Misa Estacional, estuvo presidida por el obispo auxiliar de Orán Claudio Castricone.
En la homilía, ante las tres naves completas de fieles se refirió a la historia de la Procesión en honor a los Santos patronos, y a los terremotos que por aquellos años sacudieron a Salta, y a las desigualdades de hoy.
En ese sentido dijo “el pueblo salteño creyó que, gracias al Señor, y por intercesión de la Virgen María, cesaron los terremotos. Nosotros somos los continuadores de esa historia”
Luego habló de la igualdad que a todos llevó a pedir que cesaran lo terremotos, pero que sin embargo esa igualdad no se percibe después en la vida diaria. “Cuando en las estadísticas se habla de “crecimiento”, me pregunto: “¿crecimiento” de quiénes? De unos pocos, porque vemos que para muchos hay decrecimiento”
Definiendo que hoy esas desigualdades son los terremotos, para la sociedad.
“Hoy hay muchos que sufren el terremoto de haber perdido el trabajo; el terremoto que sufren los que tienen trabajo formal, pero no les alcanza; el terremoto que viven los jubilados que cobran una miseria. Y ni que hablar del terremoto de los que viven de la economía popular o están en situación de calle”, enfatizó monseñor Castricone.
En este sentido hizo referencia a los terremotos que cada uno lleva en su interior,” por problemas laborales y económicos, terremotos por problemas de salud propios o de algún familiar, terremotos porque algún miembro de la familia está atrapado por alguna adicción. Terremotos, terremotos, terremotos”, dijo.
Finalmente recordó que la fe lleva a que “creemos en ese Dios amor, que puede detener todos los terremotos. Hemos venido con la misma fe de aquellos fieles del año 1692, esperando el milagro del Señor por la intercesión de su Madre, la Virgen María”.
Finalmente, hizo referencia en la homilía a que esta fe lleva a renovar el pacto de fidelidad, como se dice en la oración: “hacemos nuestro el pacto de fidelidad celebrado por nuestros antepasados, prometiendo que Vos, dulce Jesús, serás siempre nuestro y que nosotros seremos siempre tuyos”.
“Renovar ese pacto de fidelidad es renovar nuestras promesas bautismales, nuestro pacto bautismal, donde hemos renunciado al demonio, a los criterios y comportamientos materialistas y mundanos, y a todo pecado, para servir solamente al Señor y al prójimo. Señor, somos tuyos y Tú eres nuestro, por eso te pedimos: “calmá todos nuestros terremotos”, sostuvo el prelado en el final de la homilía en el acto central de la jornada de ayer.