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En Tartagal, por el cupo artístico, no hay inclusión ni respeto a las artistas mujeres

A pesar de estar adherido formalmente a la Ley Nacional N° 27.539, que garantiza un piso del 30% de participación femenina en los eventos musicales y culturales organizados o financiados por el Estado, el municipio de Tartagal volvió a desoír esta norma durante su Festival por el aniversario de la fundación de Tartagal, y el homenaje al General Güemes, denominado “Güemes bajo las estrellas”.

Una vez más, la cartelera estuvo dominada por artistas varones, dejando a las mujeres en un lugar marginal o directamente ausente.

La ley, sancionada en 2019, establece que todo espectáculo de música en vivo, organizado por entes públicos, debe incluir un mínimo del 30% de mujeres en su programación artística. En el caso de un festival con 20 artistas, al menos seis deberían ser mujeres. Sin embargo, las grillas en el municipio norteño no cumplieron con ese criterio, reproduciendo una estructura desigual que parece naturalizar la exclusión.

Un incumplimiento sistemático

Quien alzó la voz con claridad y fundamento fue Karina Zuleta, ex secretaria de Cultura y Turismo del municipio, gestora cultural pública y reconocida referente del ámbito artístico local. En sus redes sociales, Zuleta fue categórica: “Esto no es cultura democrática. Es una muestra de que no hay inclusión ni respeto a las artistas mujeres de la ciudad”. También apuntó contra los organismos responsables de hacer cumplir la ley: “El Concejo Deliberante debe velar por el cumplimiento de esta norma. Pero está claro que la ignoran. Ignoran para qué sirve, qué representa y, en consecuencia, no trabajan para el desarrollo cultural del pueblo, que necesariamente debe incluir a las mujeres.”

Asimismo, cuestionó el rol de la Dirección de la Mujer municipal, a la que calificó como una estructura vacía: “Si tampoco va a recordarle a los organizadores qué leyes deben respetar, entonces su existencia no se justifica.” Para Zuleta, el problema no es solamente la ausencia de mujeres en los escenarios, sino el mensaje que eso transmite año tras año: “Hacer un festival conlleva una responsabilidad política y social. Se está construyendo sentido. Y el mensaje que hoy se está enviando es que las mujeres no tienen el mismo derecho al desarrollo cultural, ni al reconocimiento como artistas. “Además, subrayó que esta omisión no es casual ni técnica, sino el resultado de una gestión cultural improvisada y sin perspectiva de derechos: “Esto sucede cuando no hay gente capacitada ni preparada en gestión cultural. Validar carteleras solo con hombres es reafirmar la desigualdad. Es ningunear a las artistas locales”.

Un hecho que no es aislado

La situación de Tartagal no es un caso aislado y mucho menos en los escenarios provinciales. La Ley 27.539, si bien es clara en sus requisitos, enfrenta resistencias y omisiones en distintas regiones del país. Las razones son múltiples: desconocimiento, desinterés, falta de voluntad política o simplemente la persistencia de estructuras culturales patriarcales que se resisten al cambio.

Sin embargo, las normas existen para ser cumplidas. Y el silencio de las autoridades responsables frente a estos incumplimientos es también una forma de complicidad.

“Para pensar… y reaccionar”, concluyó Zuleta en su mensaje. Porque la igualdad no se declama: se ejerce, se gestiona y se defiende, particularmente en estos tiempos de pretendida invisibilidad. La deuda con las mujeres artistas  es urgente,  y ante  todo, evitable.

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