Familia salteña emigra, casi confirmando el dicho bíblico “nadie es profeta en su tierra”

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) reveló en octubre datos provisorios del Censo 2022, realizado en mayo de este año, donde concluye que Argentina tiene una población de 47.327.407 habitantes. Este dato es un aproximado porque todavía no se conocen cifras definitivas.

Más allá de la cantidad de argentinos que habitan el suelo patrio, dato no conocido por todos, la percepción de nuestra realidad –que esa sí la conocen todos- es que está concluyendo un año marcado básicamente por la inestabilidad -en todo sentido- que brinda el país, con sensaciones encontradas donde un mundial de fútbol parecería ser la única alegría que tendremos en un ciclo convulsionado que va erosionando nuestros ánimos de seguir.

En la otra parte de esta realidad que vive el país, se conoce que cada vez más, jóvenes compatriotas deciden “probar” suerte en otros lados. Esta realidad se vive a lo largo y ancho del país donde Salta no es la excepción.

La familia integrada por Leandro, Jimena y su hija Magnolia decidieron –al igual que cientos, quizás miles- intentar proyectar sus vidas en otro lugar, donde tengan la certeza y estabilidad que todo padre desea para sus hijos.

Leandro, analista de sistemas, Jimena, psicopedagoga y empresaria, que luego de apostar por tercera vez en nuestro país, país que no escatima en “sangrar” impositivamente a todos los que día a día ponen el hombro para sacar adelante -y proyectar para nuestros hijos- un futuro; futuro que cada día es más incierto y que parecería no tener solución, es el disparador que impulsa a más parejas jóvenes a tener que emigrar en busca de mejores y más certidumbre que las que brinda Argentina.

Lo curioso de este matrimonio salteño es que Leandro tiene trabajo por su actividad -también realiza instalación de cámaras de videovigilancia- y seguramente también tendrá trabajo en su futuro destino, en tanto Jimena, emprendedora por tercera vez también tiene su destino laboral con posibilidades de crecer, pero ambos ven y creen que para lograr un mejor destino para Magnolia, deben partir.

Valeria Jimena explicó a Nuevo Diario que cree que agotó las esperanzas de seguir en Argentina, se cansó de apostar a un negocio físico, lo que la motivo a innovar en un negocio digital, la nueva era del marketing, una plataforma llamada Hotmart que le permite comercializar productos digitales a todo el mundo de habla hispana, generando ingresos en dólares; "ya que nuestro sistema no respalda a los generadores de trabajo”, comentó.

Prosiguió relatando: “Este hermoso trabajo requiere sólo de una computadora y de un estudio previo en marketing, por lo que llevo mi laptop –o mi “oficina”- a todos lados, puedo trabajar sin horarios fijos y ser mi propia jefa; el trabajo ideal para muchos. Es un negocio que me cambio la vida y que hoy me brinda calidad de tiempo para mi hija, gracias a que puedo estar y crecer junto a ella y mi marido”.

Esta nueva modalidad laboral le permitió replantearse su vida y la de su familia, dándole un giro de 180° para lograr generar su propio trabajo, que es una oportunidad también para otros jóvenes que quieran incursionar en él, poniéndose a disposición de interesados a través de su mail: valeria-bonduri@hotmail.com. Resumió todo lo logrado en una frase: "los sueños solo se concretan trabajándolos todos los días, con disciplina y dedicación".

Mientras tanto, el INDEC sigue ajustando números, números dinámicos que oscilan en cuántos habitantes se encuentran en Argentina, donde ese organismo no reflejará lo que sucede con nuestros jóvenes, jóvenes que estaban destinados a ser “el futuro de nuestro país” y que hoy haciéndose eco del dicho bíblico van en busca de ser profetas en otros lugares, lugares que parecerían ser otros mundos por la realidad que viven y los sueños que despiertan.

Reflexión aparte: al conocer este caso, al cronista del “diario chiquito”  se le dispararon sensaciones encontradas, donde –ahora- conoce que un matrimonio joven, salteño, con aspiraciones de crecimiento deben dejar nuestro país para lograr sus sueños, lo que genera un poco de tristeza y a la vez un poco de admiración.

Tristeza porque en tiempos navideños, uno está más sensible desde el punto de vista familiar, donde cada ausencia duele, ellos parten hoy; tristeza porque por nuestros dirigentes, que no dan señales de que la situación vaya a mejorar, jóvenes argentinos, inteligentes, trabajadores buscan su destino afuera; y admiración porque hay que tener valor para tomar una decisión bisagra para sus vidas y dejar parientes, amigos, clientes, quizás teniendo como premisa aquello de que “el secreto de los que triunfan es que siempre empiezan de nuevo”.

Y ellos, este matrimonio salteño va en ese camino; su coraje los llevará a buen puerto.

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