La Cámara de Apelaciones de Salta reencauzó el proceso por la cancha de Caspalá
Tras diversas denuncias, el conflicto inició un extenso recorrido por el fuero provincial hasta que finalmente llegó a los tribunales federales, donde se asumió la competencia, ya que los fondos para la construcción de la escuela provenían del Estado nacional.
Una medida cautelar ordenó la paralización de las obras, lo que provocó una serie de impugnaciones por parte del Estado provincial. Estos planteos fueron tratados y rechazados por la Cámara Federal de Apelaciones de Salta. Una vez reencausado el proceso, la Fiscalía de Distrito, bajo la dirección del fiscal general Eduardo Villalba, encomendó el caso a la fiscal Orsetti, quien lideró una extensa y minuciosa investigación. Esta incluyó tareas de campo en el pueblo de Caspalá y la participación de reconocidos arqueólogos y geólogos, tanto de la provincia como de otras partes del país, cuyos informes evidenciaron de manera contundente el grave daño ocasionado. La fiscal Orsetti encaminó la resolución del conflicto mediante una salida alternativa orientada a “restablecer la paz social”, con el objetivo de garantizar la reparación integral a los pobladores afectados. El 13 de noviembre, alcanzó un acuerdo con el fiscal de Estado de Jujuy, Miguel Ángel Rivas, quien se comprometió a restablecer las condiciones preexistentes.
“Fuimos tratados como si fuésemos una peste”
La abogada querellante Silvana Llañes calificó el acuerdo como una “reivindicación de los derechos avasallados. Esto es un respiro del horror que se vivió y al que se llegó gracias a un gran esfuerzo de la justicia federal, en especial de la fiscalía por la enorme investigación realizada”.
En el mismo tono, y a raíz de un pedido de la jueza, cada uno de los pobladores afectados pudo expresar sus sentimientos por el acuerdo. “Lo único que queríamos era que se nos respete, no ser discriminados, pues fuimos tratados como si fuésemos una peste. Ahora, sin embargo, la justicia llegó y no solo para nosotros, sino especialmente para nuestros abuelos y ancestros”, expresó un representante de la comunidad.
Las y los miembros del pueblo destacaron que no se trató solo de una cancha, sino de lo que representa para ellos y ellas y para las futuras generaciones. “Teníamos miedo, pero ahora sentimos que hemos sido escuchados, lo que nos pone muy contentos”, agregó Justa Balcarce, quien concluyó con la expresión quechua “Jallalla”, que significa “alegría”.
“Nos azotaron con balas de goma y gases lacrimógenos; no tuvieron compasión de las mujeres, los niños y tampoco de nuestros abuelos que tuvieron que correr de un lado a otro entre llantos”, marcó una de las pobladoras, al recordar lo difícil que fue para la comunidad enfrentar las escenas de violencia institucional. Se realizó un reconocimiento hacia la familia Cruz, que por la ocupación estatal perdió sus animales y siembra, pero gracias a la solidaridad de los y las habitantes recompuso en pocos días la vida que llevaba.