La condena por Liliana Ledesma dejó la cifra más alta de condenas a perpetua
“San Ramón de la Nueva Orán, 10 de noviembre de 2.023. Y vistos: estos autos caratulados: ‘Castedo, Delfín Reynaldo y Castedo, Raúl Amadeo’”.
Así comienza el último capítulo de una trama narco que comenzó a escribirse hace 17 años en una pasarela en Salvador Mazza, en Salta, donde Liliana Ledesma, una vendedora de huevos, fue emboscada y asesinada de forma macabra: siete puñaladas y un tajo en la boca puso fin al reclamo de productores rurales por la apertura de caminos vecinales que habían sido cerrados por tres portones, con el fin de liberar la zona para el narcotráfico.
Los fundamentos de la sentencia condenatoria a los hermanos Castedo, a la que tuvo acceso Infobae, ponen fin a un largo proceso que sufrió demoras y suspensiones. Ambos fueron considerados autores intelectuales de la ejecución y recibieron la pena máxima.
De esta manera, la instrucción del expediente 4040/8, en el último tramo en manos de la fiscal Claudia Carreras, obtuvo la mayor cantidad de condenas a perpetua de la historia, por encima del caso Fernández Báez Sosa (5) y del triple crimen de General Rodríguez (4).
En febrero de 2.023, los rugbiers Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Luciano Pertossi recibieron la pena máxima por el homicidio doblemente agravado, premeditación y alevosía de Fernando; en diciembre de 2.012, los hermanos Martín y Cristian Lanatta y los hermanos Víctor y Marcelo Schillaci fueron condenados a prisión perpetua como partícipes necesarios de privación ilegítima de la libertad y triple homicidio agravado con ensañamiento, y alevosía del crimen Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina.
Tras el fallo del Tribunal de Juicio de Orán, compuesto por los jueces Edgardo Laurenci, Raúl Fernando López y Claudio Alejandro Parisi, los Castedo se suman a las reclusiones perpetuas que ya cumplen, desde el 23 de junio de 2.010, María Gabriela Aparicio, Aníbal Tárraga, Casimiro Torres y Lino Ademar Moreno, quien se fugó cinco meses atrás, durante una salida transitoria.
Los roles de cada uno de los asesinos de la productora
La investigación estableció los roles de cada uno de los Castedo en el homicidio de la mujer de 27 años. Gabriela Aparicio aprovechó la relación de amistad que la unía a Liliana y la llevó “mediante engaños” a la pasarela que une el Barrio YPF y Villa Las Rosas. En ese sitio, la esperaban Lino Ademar Moreno, quien la atacó con un arma blanca. En ese momento, Tarraga y Torres, que habían permanecido ocultos, ingresaron a la pasarela, uno por cada uno de los extremos, para impedir la interferencia de terceros y, así, asegurar la concreción del homicidio.
Durante el juicio, Delfín y Raúl, más conocido como “Ula”, intentaron despegarse del crimen. Aseguraron que eran jóvenes en ese momento, que no tomaban decisiones, que se dedicaban al alambrado, desmonte y otras tareas de campo para Ernesto Aparicio, hermano de Gabriela y exdiputado provincial que murió en 2.013 y a quien señalaron como el verdadero dueño de las fincas en conflicto (el Aybal y el Pajeal). Para los investigadores, los tres eran socios.
En sus declaraciones frente al tribunal, los narcos condenados en 2.022 por lavado de dinero culparon al periodismo que “ejerce presión sobre la Justicia”. Delfín repitió una premisa que ya habían desarticulado los detectives que trabajaron en el caso: que él estaba en Buenos Aires en el momento del crimen para equipar una camioneta y hacerse estudios “porque sufre de gastritis”.
Castedo habló con Moreno
El jefe narco admitió haber hablado “dos o tres veces con Moreno por la noticia de la chica”. Dijo que “no le gustaría que ninguna mujer le pase eso” y aseguró que el celular que usó en esa oportunidad “se lo robaron en Buenos Aires o Salta”. No hizo la denuncia. El análisis de cruces telefónicos realizado por agentes de Gendarmería lo dejó sin escape.
Durante el debate, dieron su testimonio Elida Romero y Jesús Ledesma, la madre y el hermano de la víctima. Ambos relataron al tribunal los entretelones de la lucha de la mujer víctima para poder acceder a la llave de los tres portones que obstaculizaban el camino a los pequeños productores. Incluso, recordaron las constantes amenazas que anunciaban el asesinato. Entre ellas, la más inquietante: “Aparicio le dijo que le iba a tapar la boca”.“Conforme el informe médico, Liliana presentaba heridas cortantes realizadas con elemento con filo y punta en pómulo izquierdo de 1 1/2 cm, comprometiendo planos musculares sin lesionar hueso. Herida cortante en labio inferior hasta mentón de 3 a 4 cm que seccionan todo el labio dejando a la vista encía y arcada dentaria dividiendo al mentón en dos a la altura media”.