Palomitas, la masacre que todavía lastima a Salta desde hace 48 años
Ni los discursos de odio, ni la avanzada negacionista del gobierno de Javier Milei contra los DDHH resultan un freno para un nuevo grito por Memoria, Verdad y Justicia en Salta.
Precisamente, es el escenario a partir del cual este sábado, diferentes organismos de Derechos Humanos, organizaciones sociales y referentes políticos se harán presentes a partir de las 14 en el Monolito del Parque San Martín para reivindicar la lucha por una Patria con justicia social y una serie de reclamos que se resignifican en este contexto de emergencia social.
El 6 de julio de 1976, la historia de Salta quedó marcada por uno de los episodios más oscuros y sangrientos de la represión estatal en Argentina. La Masacre de Palomitas, como se la conoce, fue una brutal operación conjunta del Ejército, la Policía Federal, la Policía Provincial y el Servicio Penitenciario, todos subordinados al Ejército y bajo el mando del Capitán Hugo César Espeche. Este trágico evento culminó con el asesinato de presos políticos que se encontraban detenidos en la cárcel de Villa Las Rosas, en Salta, simplemente por pensar diferente y oponerse al régimen dictatorial de entonces.
A 48 años de este terrible suceso, la Mesa de Derechos Humanos (DDHH) de Salta rememora como cada año y rinde homenaje a las víctimas, manteniendo el clamor por memoria, verdad y justicia. Así, a partir de la convocatoria para esta jornada, se recordará como cada año a aquellos hombres y mujeres comprometidos con la construcción de una sociedad más justa e igualitaria y que fueron masacrados en el Paraje Palomitas, sobre la Ruta Nacional 34, a la altura del km 1541, a 64 km de la ciudad de Salta.
El intento de encubrir el crimen por parte de los perpetradores fue igualmente macabro. Los genocidas robaron automóviles y plantaron los cuerpos de las víctimas, simulando un enfrentamiento que nunca existió. Así, los cuerpos de Savransky y el matrimonio Ávila-Leonard fueron colocados en vehículos cerca del paraje Palomitas, mientras que otros, como Pablo Outes, José Povolo y María del Carmen Chicha Alonso, fueron dejados en el paraje Ticucho, en Tucumán, simulando otro falso enfrentamiento. Los restos del matrimonio de Amaru Luque y Rodolfo Usinger, junto a Roberto Oglietti, fueron enterrados en el cementerio de Yala, en la provincia de Jujuy. Trágicamente, los cuerpos de Georgina Droz y Evangelina Botta siguen desaparecidos, manteniéndose como detenidas-desaparecidas. La justicia ha avanzado, aunque de manera tardía e incompleta, y ese es el reclamo que toma fuerza cada año junto al pedido firme por políticas de reivindicación de la memoria en Salta.
Una deuda pendiente
Sin dudas en este aniversario, sobrevolará a gran escala la preocupación desde los organismos de Derechos Humanos por el avance de políticas antiderechos y negacionistas bajo el gobierno de Javier Milei, lo que representa un desafío significativo en la búsqueda de memoria, verdad y justicia. En este contexto, la provincia de Salta aún tiene una deuda pendiente: la aprobación de una Ley de Memoria que quedó estancada en la legislatura. Esta ley es fundamental para mantener vivo el recuerdo de las horas más oscuras y combatir los discursos de odio y negacionismo. La masacre fue cuidadosamente planificada como parte de un plan de exterminio de personas consideradas subversivas. Los responsables mostraron ensañamiento al actuar en la oscuridad, torturar a las víctimas y dinamitar sus cuerpos. No obstante, y como antesala a estos crímenes de horror, es necesario hilar y recordar el 11 de marzo de ese mismo año, con el secuestro y desaparición del gobernador Miguel Ragone.