
Minutos después de que el INDEC difundiera los datos oficiales de pobreza e indigencia correspondientes al primer semestre de 2025, la Universidad Católica Argentina (UCA) puso un freno al optimismo.
Desde su Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), advirtieron que si bien se registran mejoras, los datos “sobrerrepresentan la magnitud del alivio social” y reclaman una actualización urgente en la metodología oficial.
Según el INDEC, la pobreza bajó al 31,6% y la indigencia al 6,9%, lo que representa una reducción significativa respecto al mismo período del año anterior (52,9% y 18,1%, respectivamente). Sin embargo, para la UCA, la forma en que se mide el fenómeno distorsiona su dimensión real.
“En contextos de alta volatilidad, tanto por fuertes incrementos en los precios como ante la desaceleración inflacionaria, la medición de la pobreza por ingresos tiende a ser menos precisa”, señaló el comunicado del Observatorio que dirige Agustín Salvia.
Cuestión de método (y de contexto)
Mientras el INDEC utiliza una medición por ingresos, la UCA aplica una mirada multidimensional, que incluye aspectos estructurales del bienestar, como el acceso a derechos básicos, servicios, empleo y vivienda.
En ese marco, el Observatorio sostuvo que la caída de la pobreza, si bien es verificable, está sobredimensionada por factores técnicos y metodológicos. Entre ellos, mencionaron:
Un mayor registro de ingresos en la Encuesta Permanente de Hogares, derivado de mejoras en el cuestionario y menor inflación.
La persistencia de canastas básicas desactualizadas, construidas en base a patrones de consumo de 2004-2005, sin incorporar los cambios de 2017-2018.
La falta de ajustes metodológicos que afectan la comparabilidad de las series históricas y limitan la lectura real de la situación.
“El INDEC debería acelerar la actualización de las canastas de referencia, evaluar el impacto de los cambios en los instrumentos de captación de ingresos y transparentar su efecto sobre las series históricas”, recomiendan desde la UCA.
¿Alivio o espejismo?
En su comunicado, la UCA reconoce que hubo una mejoría estadística debido a la desaceleración inflacionaria y a una relativa estabilidad en los precios de los bienes de consumo básico. Esto alivió el gasto de los hogares más pobres y elevó algunos indicadores.
Pero insisten: una cosa es la estadística y otra es la pobreza real.
“Es importante diferenciar entre el fenómeno de la pobreza y su instrumento de medición”, aclaran.
Y amplían:
“Durante 2024, con la fuerte recomposición de tarifas y precios regulados, seguir utilizando una canasta desactualizada limita la capacidad de reflejar con precisión la situación efectiva de los hogares”.
Una crítica técnica… y estructural
En diálogo con Infobae, Salvia fue más allá: “No es que estén mintiendo, pero hay actualizaciones metodológicas que no se han hecho como corresponde. Tenemos técnicos comprometidos, pero en materia de estadísticas de pobreza aún hay deudas históricas que no se han saldado”.
Otras voces, mismo diagnóstico
La consultora Equilibra, a fines de agosto, estimó que la pobreza real para el período octubre 2024–marzo 2025 supera el 43%, unos 8,6 puntos más que la cifra oficial. ¿La razón? La misma: la canasta básica está desfasada y no refleja los patrones actuales de consumo.
Final abierto
En un país golpeado por años de crisis, ajustes y vaivenes económicos, las estadísticas no solo sirven para informar, sino también para construir relato político. En esa tensión entre la técnica y la política, entre el número y la realidad, la pobreza sigue estando en el centro del debate… y en los márgenes de la vida cotidiana de millones.