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Pobreza infantil con una falsa mejora que esconde un drama estructural

Pese al optimismo exhibido por el gobierno nacional al mostrar una baja en los niveles de pobreza infantil en los últimos meses, diversos especialistas advierten que esta mejora no representa un avance real, sino más bien un retorno a los niveles previos al fuerte deterioro económico producido tras la asunción de Javier Milei como presidente.

De acuerdo con datos que serán presentados oficialmente por UNICEF el próximo 10 de julio, la pobreza infantil -que durante los primeros meses de 2024 superó el 60% como resultado directo de la fuerte devaluación, la inflación y la caída del poder adquisitivo- ha retrocedido hasta un 48%, una cifra que, lejos de ser una victoria, representa simplemente una vuelta al punto de partida de diciembre de 2023. Así lo explicó Jorge Paz, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y director del Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico (IELDE), quien participó en la elaboración del informe de UNICEF. Para Paz, esta disminución de la pobreza no debe interpretarse como un mérito del gobierno, sino como un efecto del leve control de la inflación en los últimos meses y del sostenimiento -aunque en términos reales de menor impacto- de políticas sociales como la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar.

“La pobreza volvió al lugar que tenía antes de ese pico. El gobierno tiene una medida estratégica para evitar mayor tensión”, señaló el investigador en referencia al uso de estas herramientas para contener los indicadores sociales.

Según Paz, el relato oficial que celebra el descenso de la pobreza infantil omite una parte fundamental del contexto: ese aumento vertiginoso por encima del 60% fue provocado por las propias políticas del gobierno de Milei en sus primeras semanas de gestión. “En Argentina, la pobreza infantil tuvo un ascenso muy alto. Largamente superó un 60% cuando se produce la devaluación de 2023”, advirtió.

Una hipoteca a largo plazo

La preocupación de los especialistas no se detiene en los indicadores actuales, sino que apunta al daño estructural que la pobreza ejerce sobre las infancias, con consecuencias de largo plazo para toda la sociedad.

“Las infancias pobres representan una hipoteca a futuro porque arraigan la pobreza para las próximas cinco décadas”, expresó Paz, al tiempo que enumeró algunos de los impactos más alarmantes: desnutrición, malnutrición, falta de acceso a servicios básicos de salud y educación, entre otros. “Son niños que crecen sin nada. Nutrición insuficiente, mala salud, obesidad y desnutrición, y esto no solo es cruel, sino que significa pobreza futura”, afirmó.

En ese sentido, el investigador alertó sobre la existencia de aproximadamente 1.400.000 niños en situación de “pobreza crónica”, es decir, que han vivido en condiciones de pobreza durante más de una década, sin que las políticas públicas -ni siquiera las aplicadas en años anteriores con mayor nivel de inversión social- hayan logrado modificar sustancialmente su realidad. “Las políticas públicas deberían enfocarse en los pobres crónicos. Hay niños que nacen, crecen y llegan a la adolescencia en la misma condición, sin que el Estado logre intervenir eficazmente”, indicó.

Más allá de los números

La advertencia de Paz y otros expertos señala un problema que excede las estadísticas trimestrales. La pobreza infantil en Argentina es un fenómeno estructural que requiere un abordaje integral, sostenido y basado en evidencia. No alcanza con estabilizar los precios o mantener planes sociales como paliativos. Lo que está en juego es el desarrollo físico, emocional y cognitivo de millones de niños, así como el futuro económico y social del país.

Con la presentación del informe de UNICEF en julio, se espera un nuevo llamado de atención a las autoridades. Las cifras podrían confirmar lo que los investigadores ya prevén: que la pobreza infantil en la Argentina sigue siendo una emergencia silenciosa, y que el retorno a cifras de 2023 no representa una mejora, sino una oportunidad desperdiciada para iniciar un cambio real.

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