Reportaje a Ariel Petrocelli sobre el diablo, la muerte y la sabiduría de la copla
Transcurría un día de marzo del año 2005 cuando Ariel Petroccelli accedió a una entrevista en el café “La Tacita de Plata”, pleno centro de Salta. Su filosofía sobre su arte, la vida y la muerte. Podría ser de hoy pero es 18 años atrás. Nota inédita para la era digital. Un rescate en su homenaje por el Día de la Copla.
Por: *José Acho – (Especial para Nuevo Diario).
“Uno mismo es el árbol/y será la madera/ y será el ataúd/con que viaje a la tierra/ uno mismo la nada que vendrá con los siglos/la memoria total de lo que nunca fuimos/uno mismo en el agua y uno mismo en el fuego/fundará por fundar este mismo universo”. (“Uno Mismo” Ariel. Petroccelli).
En aquel momento hace casi 20 años Ariel Petrocelli hizo un analisis sobre la sabiduría sobre la vida y su relación con la copla, la canción y su pavor a la estupidez. De aquel tiempo a esta parte sus conceptos están más vigentes que nunca.
Esta charla disparó para mi, una mayor admiración artística por un poeta, escritor y compositor que no en vano es valorado a través del tiempo. Aquí había volcado en palabras sus diatribas filosóficas musicales y vivenciales.
Esta entrevista fue publicada a todo color un día de marzo, en una revista que poco tenía que ver con la cultura pero donde aprovechaba el espacio para escribir sobre la cultura salteña.
De Airel conocía parte de su gran obra musical y poesía popular. Sabía por sus dichos sobre de su vieja y dificultosa relación con el diablo y de a poco me animé de preguntale sobre la vida, la muerte, el arte y claro, que me cuente si esa su relación con el diablo había mejorado.
Lo que sigue es la reproducción textual de ese reportaje que rescaté en su honor de mi archivo un 11 de agosto, justamente hoy, por lo que representa su figura para celebrar el “Día de la Copla”. Se trata d un reportaje inédito para los dispositivos digitales.
Es decir, lo rescaté del perenne papel para conocer un poco más de Ariel Petroccelli y cómo sus pensamientos de hace cerca de 20 años, perduran y estén disponibles también para la nueva generación digitalizada.
“En la conformidad está el error”
(Un día de marzo de 2005). A los 67 años Ariel Petroccelli se mantiene efervescente en sus palabras y vital e ingenioso en sus poesías. “El Seclanteño” y “Cuando tenga la tierra”, son solo dos de las grandes canciones que lo ubican como un enorme compositor de la música popular reconocido en Salta y en todo el país.
Sin embargo, el no cree que esas dos canciones lo eternicen. “En mi juventud el miedo era impactante, pero creo que eso me impulsó. Toda mi vida pensé que tenía una cuestión seria con la música y las letras; propia, parida, congénita” afirma.
Ariel conoció todos los escenarios del país y la mayoría de ellos los recorrió junto a su esposa Isamara. Hoy cuenta que sus días se reparten entre la escritura, el ajedrez y el truco con amigos y también con el Diablo, según confesó.
Considera que en el juego de la vida “ya no existen tabúes, ni con la muerte, ni con más allá. Las cuestiones con el Diablo, asegura que las tiene resueltas. “Con ese buen señor que nos sirve de alegoría carnavalera, hoy mantengo una buena relación”, sentencia.
En esta entrevista Ariel Petroccelli, habla por primera vez públicamente sobre su filosofía de su vida, la literatura y la corriente poética popular. Dice que siempre está en la búsqueda, en el trabajo enorme, en el esfuerzo constante, influenciado por ese ambiente gigantesco de la poesía de los años ’60.
Desde lo más profundo de su ser Ariel, revela aquí sus experiencias con el pensamiento político y de su búsqueda permanente de la creación por sobre la errónea conformidad.
- ¿En los 60 y 70 había una suerte de lucha política-social que influyó fuerte a los artistas. Que pasó con esos ideales?
– Los ideales no van a morir nunca. El hombre es eso. Aparte de su inteligencia científica tiene una inteligencia política. El hombre sin inteligencia política puede tener todas las otras inteligencias, pero no le sirven para nada. Esta contemporaneidad, no era la misma de aquellos años. Aún no había ocurrido esta tónica de globalización descerebrante.
- ¿Esa globalización es una fuerza o una debilidad?
– Tiene una tónica descerebrante. Una pauperización donde estamos todos en la bolsa destruyendo los regionalismo, o sea las características tan particulares con las que uno puede expresarse. Me parece bien estar en un conjunto global, continental, pero cada uno con su esencialidad; sino, es un desperdicio. Donde vamos a llegar con una modalidad impuesta por aquel que tenga más.
- Qué fascinación encuentra al escribir sobre la muerte?
– Bueno, los muertos geniales nos sirven más que los vivos tontos, indudablemente. Uno piensa en la edad de estos decesos, 300 o 400 años antes de Cristo y dice: Esta maravilla dio pie para una ecuación dialéctica, hay que seguirla celebrando y seguir leyendo. Son los que contribuyen para la gran cultura humana que son los hombre, pero que a su vez fueron ellos la voz cantante de los pueblos que fuero, son y serán; porque todo lo hicieron los pueblos, nada le pertenece a nadie. Todo lo hizo la inteligencia popular. ¿No es así?
- Piensa que existe el más allá?
– El más allá yo lo tengo como una prohibición dialéctica. Indudablemente que existe. No es un más allá ilusorio, sino un más alla a través de la proyección de la misma sangre. Esa forma de eternización que se da en el hijo, en el niego, lo que uno siembra para el tiempo que vendrá.
- ¿Cómo se puede relacionar la religión con lo que llaman cielo?
– Te respondo con un pequeño poema que tengo: “Yo trabajo de gusano en una fábrica de seda/soy nacido en la morera, antigua región del gato/yo tengo mejor espacio en la cuestión del destino que mi cielo prometido/no es cielode azuel eterno/ asi que llegado el tiempo/la mariposa alarido”.
- Hoy en qué etapa artística de su vida cree que se encuentra?
– Dentro de una contemporaneidad absoluta. Estoy en una etapa donde puedo dimensionar exactamente como es la vida, las cosas no me son extranjeras. Yo sé lo que pasa. Sé como actúan las influencias de la canción popular, se cómo se manejan los intereses de la música. En consecuencia uno desde su lugar, sigue luchando por la utopía, por la quimera. Estoy tratando de vivir lo mejor que se pueda en el sentido de una vida con inteligencia. Si no la vida no sirve para nada.
- Como es vivir con inteligencia?
– Tratar de que no te alcance la estupidez. Que tus cosas tengan sentido inteligente. Una vida que tienda a ennoblecer la vida del hombre. No es cuestión de vivir una vida estupudizante. Se habla inmoralidades de la canción, de la corrupción en la canción. Pero solo hay corrupción en la política, hay también corrupción en el plomero, en el que vende entradas. La corrupción está por doquier. En la música también cuandose hacen canciones estúpidas para estupidizar a la gente. Entonces uno se merece como ser humano una vida inteligente. Yo elegí vivir una vida inteligente tratando de que mi vida tenga sentido, es todo. El conformismo es un error.
- Qué obra lo ha marcado o movilizado internamente?
– La copla, la refranería popular, estuve leyendo todo lo que tenga referencia a eso y su aplicación en consecuencia. Eso me ha llevado a un estudio, o sea a la médula de la copla. Uno se explica por qué el hombre sin escuela, sin el libro, puede fundamentar con la copla pensamientos infinitos y geniales que salen de ese conocimiento empírico que tiene el coplero, del dolor y de la verdad basada sólo en experiencias. Por ejemplo, uno encuentra un hombre que vive en la soledad del campo y de pronto, le dice una copla que a uno le deja electrizado.
- Alguna vez lo calificaron como anarquista. Qué le queda de aquellos tiempos?
– En un tiempo me interesaron los anarquistas porque aportaron su fuerza, su lucha. Hoy es un solo materialismo dialéctico. Yo tengo una concepción filosófica pensante. El anarquismo nuca fue un sentimiento. Es un mecanismo, una técnica, es una premisa filosófica que no envejece, que no está más acá ni más allá. Es simplemente una forma de vida…
- Existe la búsqueda de una poética folclórica o cree que hay un estancamiento?
– Yo pienso que si existe. No se ve con claridad porque depende de la difusión. Nadie puede decir que no exista la inquietud. Uno no la puede ver pero tiene que haber una corriente. Hay como un cansancio, pero indudablemente se recupera generacionalmente, por épocas se renuevan las ganas de decir, de mejorar las cosas. Se recupera la palabra del hombre con alguna inteligencia. Ya se puede ver algunas manifestaciones entre los jóvenes.
- Qué es lo que más atesora de su obra?
El respeto de la gente a mi obra. Solamente eso. Quiere decir que uno ha hecho las cosas con nobleza. Yo nunca utilicé la canción para traficarla, siempre pensé que esto era una cuestión que merecía un trato que se condiga con la gente. Entonces trampear con la canción es como trampear a la gente o a uno mismo.
- Cómo imagina el futuro de la poesía folclórica regional?
– La poesía folclórica tiene una energía impresionante, tiene muchos colores. Viene de la antigua copla. Además, partiendo de la definición dialéctica de la tradición, es la superación viviente del pasado que a su vez será superado en el futuro. No es una cuestión enmohecida, sino es una cuestión dinámica. Si la poesía tuvo una gran energía, una gran belleza, tiene como destinatario la eternidad, para que todo lo que ha sido vuelva a ser.
- Como vive el transcurrir de los años hacia un final?
– No me he puesto a pensar en eso. Es mejor dejas que las cosas sucedan con la naturalidad misma de la vida. No me detengo mucho a pensar que existe un fin. No es cuestión de coraje ni nada, es mejor no pensarlas. Dejo que el tiempo suceda como tiene que suceder y a lo inevitable de la vida hay que aceptarla como viene. Es parte de la transitoriedad, de lo que somos…
- Cómo encuentra la calma en estos tiempos vertiginosos?
– La calma como la felicidad es mejor buscarla antes que encontrarla. Si uno encuentra la calma se achancha. No creo que nada sea la culminación. Eso debe ser horrible. Una vez conversando con un lutier marplatense llamado Soláz, el tipo hacía guitarras. Era un creador total. Estaba buscando dónde estaba el vértice grande del sonido. Y un día Isamara le preguntó: “Y cuando lo encuentre que sucederá? El, le respondió: “Ese día me mato porque yo ya perdí la búsqueda”. Bueno, esa es la vida.
- A qué le teme Ariel, si le teme a algo?
Insisto, solamente a la estupidez. Porque eso es lo que generalmente se utiliza, la estupidización a cambio del razonamiento. Le tengo pavor a la estupidez.
“La liberad es el mejor estado del hombre”
- Con qué parámetros mide su obra poética?
– “Cuando tenga la tierra” y “El Seclanteño”, que ya están hechas, nunca las tomé como un parámetro de nada. Ni esperé que esta canciones me sirvan para eternizarme jamás! El éxito no me mide. Yo sigo creando. Pobre de aquel que crea que una canción lo paralice en la vida o en la gloria. No se trata de que uno escriba lo mejor o no. El pueblo nunca se equivoca, pero el pueblo no la masa. Ese que trabaja y piensa, el pueblo con la dignidad, el que escucha, el que está atento. No aquel irreflexivo. La masa sin rumbo y sin pensamientos, no sirve.
- La nueva poesía salteña cree que tiene el espíritu creador de los años de oro?
– No creo. Yo quisiera saber dónde está esa energía. Cuando hablamos del pasado hay una obra gigantesca, de una belleza total. Y hoy no se ver esa belleza. No es que yo sea un adorador del pasado, un anacrónico. Estoy hablando de una realidad. La belleza poética no está, no la veo.
- Y dónde estará o donde se la podría buscar?
– Está naciendo. No hay que apurarse, no desesperar. Si tuvimos unos tiempos felices y brillantes, lo volveremos a tener. Podría decirse que le falta hambre, que le falta terminar la adolescencia. Hay mucho pasto achao… todo viene hecho, y se necesita sembrar nuevamente. Libertella, Piazzolla, a los 15 años ya eran hombre hechos y derechos con un pensamiento sobre la vida.
- Las crisis, la falta de libertad, ese oscuro pasado argentino, tuvo algo que ver con la creación?
Indudablemente, en las peores circunstancias el hombre hizo cosas espectaculares. Pero ojo, no creo que sea el mejor estado. El mejor estado del hombre e la liberad, Pero Pareciera que tiene que haber acicate, siempre el hombre necesita acicates… El arte necesita el estado emocional. A eso desesperación creativa hay que volver.
- Habría que volver a la utopia…
– (Se ríe) Claro, claro, siempre! En la zamba “Guachipas”, el estribillo dice. “Como la tierra es ajena/y la utopía es un sueño/por eso le pego un grito/guachipeño libre y dueño”.
- Qué es lo último que ha escrito?
El estribillo de "Amblayo":
“Ya me voy para Amblayo/ ya voy llegando/ si parece que es tarde/ pero es temprano/ la que no me espera/ me está esperando”.
“Si es que me toca el infierno/ a Dios me voy a quejar/ si yo vengo al infierno/ por qué me vuelve a mandar”.
- Ud le hizo una serenata al Diablo y dice también que ha jugado al truco con él?
– Claro. He jugado al truco con el Diablo y siempre me ha ganado. La cuestión con el diablo y la muerte para mí siempre fue un divertimento. Desde que era muy chango hice por ejemplo, coplas a la muerte y al Diablo le he cantado truco. Una copla que le dediqué es: “Mire señora guadaña ya que Ud. tiene la maña tan invencible de la muerte/ deje que le canté el arrorró”.
– El Diablo, este buen señor por ahí es el que nos sirve de alegoría carnavalera, es también la otra fatalidad. Es la tónica residual de todas las culpas. En mi obra hice la Serenata al Diablo, donde digo: “Porque le dicen el mal/ si de él bien no se habla/El diablo está cansado de ser el culpable de todo…"
- Esa su relación con el Diablo entonces ha mejorado?
Claro, ha mejorado. Soy de Boca, pero le dije que estoy por hacerme hincha de Independiente… (y lanza una carcajada). “Eso nunca. Los de Boca somos inteligentes”, remató Ariel entre risas.
*José Acho, periodista de Cultura y Espectáculos.
(Foto: Darío Arce – 2005)