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Testigos de la defensa, dijeron que invertir en Zoe era un riesgo que asumieron

La última jornada de esta semana en el juicio por estafas contra Generación Zoe estuvo marcada por la declaración de testigos ofrecidos por la defensa, entre ellos familiares y allegados de los imputados, así como algunos denunciantes que prestaron testimonio después del mediodía.

Leonardo Cositorto, líder de la organización, enfrenta cargos por 118 hechos de estafa y asociación ilícita. Junto a él están siendo juzgados Ricardo Gabriel Isaac Vilardel, Jorge Federico Vilardel, Ana Lucía de los Ángeles Vilardel y Vilma Griselda Albornoz, todos imputados por los mismos delitos.

El primero en declarar fue el hijo de Federico Vilardel, quien afirmó haber sido inversor y estudiante de la llamada “universidad de trading” que ofrecía la empresa. Contó que en julio de 2021 vendió una moto para invertir mil dólares en la plataforma, con la promesa de poder retirar el capital tras un año. Según relató, en ocasiones cobró una rentabilidad del 7,5% mensual, aunque en otras optó por reinvertir las ganancias.

Sin embargo, al ser consultado sobre documentación que respaldara esos movimientos, reconoció no contar con ningún comprobante. Describió cómo operaba la plataforma: del 1 al 5 de cada mes se podía solicitar el cobro de intereses, con opciones de retiro en pesos, dólares o transferencia bancaria. También mencionó que desde ese entorno virtual se accedía a cursos de trading y coaching ontológico. Respecto a su experiencia como estudiante, señaló que tanto él como su primo fueron seleccionados para asistir a clases presenciales en Buenos Aires, abonando una cuota de 100 dólares mensuales con ayuda de su padre. Como parte del programa, recibieron alojamiento gratuito en un monoambiente del barrio de Caballito, donde convivían con otros estudiantes y futbolistas. Además, contaban con beneficios como descuentos en gimnasios, barberías y restaurantes. Sobre la formación, afirmó que las clases eran dictadas por traders “rentables” y que el programa duraba tres años, aunque no pudo precisar si el título tenía reconocimiento oficial. Dijo haberse sorprendido cuando surgieron los primeros problemas legales en Córdoba, ya que hasta entonces todo parecía funcionar con normalidad. Más adelante, declararon otros familiares y conocidos de los Vilardel, quienes también habían invertido en Generación Zoe. Todos coincidieron en que asumieron los riesgos propios de este tipo de emprendimientos y, por esa razón, decidieron no denunciar. Afirmaron que no hubo intención de estafa por parte de Cositorto y que las acusaciones en su contra forman parte de un “escrache mediático”. Respecto al cierre de la oficina en Salta, lo atribuyeron a cuestiones de seguridad tras episodios violentos en otras provincias. Los testigos también remarcaron que los Vilardel eran simples empleados de la organización y que todas las decisiones eran tomadas directamente por Cositorto.

El juicio se desarrolla ante el Tribunal de Juicio de la Sala I, integrado por los jueces Martín Pérez (prte), Javier Aranibar y Leonardo Feans (vocales).

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