Tras 46 años, Gladys Porcel volvió a Salta entre recuerdos del horror
Entre música, chocolatada y recuerdos; el barrio 20 de Febrero fue el escenario de la vuelta de Gladys Porcel, detenida desaparecida de la última dictadura militar, a su tierra natal.
Desde las 9:30 de la mañana del sábado, el Centro Vecinal de 20 de Febrero acogió a quienes desearon darle la bienvenida a Salta a Gladys Porcel, militante del Frente Revolucionario Peronista 17 de Octubre (FRP) que fue secuestrada el 28 de octubre de 1976 en Moreno, Buenos Aires. Estaba embarazada de seis meses, y fue asesinada a principios de 1977, luego de que naciera el niño o niña que aún continúa desaparecido. Sus restos fueron encontrados en 2009, por el Equipo Argentino de Antropología Forense en una fosa común en el municipio de San Martín
Tras el sepelio, los militantes, amigos y familiares congregados se reunieron en Plaza Evita para inaugurar la placa en honor a Gladys y realizar un acto político, compartiendo recuerdos del horror de la última dictadura cívico militar que, a su vez, reivindicaron el amor de la familia, los amigos y el compañerismo.
Fidel Puggioni, uno de sus hijos, manifestó: “Esto es un símbolo de los 30 mil, de una generación diezmada. Estamos en la plaza de su barrio, donde seguramente jugó de niña y también es un símbolo, porque en la dictadura fue la Plaza Aramburu y hoy es la Plaza Evita”.
Tampoco faltaron los recursos de la madre de Gladys, la militante y ex presa política Hortensia Rodríguez Porcel, quien hasta el último día de sus vidas buscó a su hija y a su nieto o nieta. “Nos formamos en esta familia de militancia, con mi abuela Hortencia y mi abuelo José. Nos formamos en los ideales del peronismo y la justicia social. Fuimos creciendo y aceptando y creyendo en muchas otras cosas, el paso del tiempo nos generó toda esta convivencia y para nosotros fue maravilloso”, agregó Fidel.
Entre los presentes, estuvieron ex compañeros de Gladys, quienes compartieron con ella sus últimos días. Una de ellas, Marta Dillon, recordó no solo la militancia sino también el cuidado colectivo que existía en la casa donde compartieron un tiempo de sus vidas. “La vida merece ser defendida y aún en momentos de muerte hay espacios que se pueden sostener. Tenemos la responsabilidad de seguir haciendo del territorio en el que estemos lugares dignos para vivir y alojar la alegría”, expresó.
Durante los discursos, la personalidad de Gladys quedó plasmada: amorosa, buena, tranquila pero también “picante como el ají” y con una gran fortaleza para continuar defendiendo sus ideas y sus valores aún después del asesinato de su esposo, Aníbal Puggioni. “La Negra del aguante”, manifestaron.
La vuelta de Gladys no fue solo un cierre para la familia y amigos. En el acto, se remarcó la importancia de continuar manteniendo viva la memoria y de seguir buscando, hasta los últimos días, a los 30.000 detenidos desaparecidos durante la última dictadura militar.
“Nos quedan muchos desaparecidos sin aparecer. Algunos vuelven a casa y a otros los seguimos buscando y eso significa que la memoria es el fundamento de esta democracia”, manifestó Blanca Lescano, referenta de la mesa de Derechos Humanos.
La senadora Nacional, Nora Giménez, sostuvo: “Más allá de la tristeza y el dolor, tenemos la alegría de que acá está Gladys y nos está acompañando, y volveremos a reinventarla desde la memoria”.
El acto fue acompañado con presentaciones musicales y también con pan y chocolate, “como lo hubiese hecho la abuela Hortensia”. Ayer, a las 10 de la mañana, desde el Centro Vecinal de 20 de Febrero, la familia Puggioni salió a enterrar definitivamente los restos de Gladys en el Cementerio de La Silleta, donde también descansa Hortensia.