Tras el incendio comenzarán a reconstruir al Mercado San Miguel desde el 18

En medio de un proceso de reconstrucción largamente demorado y con heridas abiertas entre los puesteros, el Mercado San Miguel finalmente comenzará sus obras el próximo miércoles 18 de junio, más de siete meses después del voraz incendio que destruyó gran parte del edificio y expuso las profundas falencias en su administración.
Mientras tanto, el ex administrador José “Pepe” Muratore, cuya gestión fue duramente cuestionada tras el siniestro, anuncia su regreso con la apertura de dos mercados barriales propios, despertando rechazo entre quienes lo responsabilizan por el estado en que quedó el histórico predio y la falta de respuestas por esos hechos.
La espera de los puesteros: meses de incertidumbre y precariedad
Desde el incendio ocurrido el 6 de noviembre del año pasado, más de 220 puesteros atravesaron meses de parálisis económica, inseguridad laboral y condiciones inadecuadas para trabajar. La falta de una respuesta inmediata por parte del Estado, sumada a las polémicas que rodearon a la administración anterior, profundizó la crisis en la comunidad feriante, que subsiste gracias a la resiliencia y solidaridad interna. Con el inicio de las obras, al menos se oficializa un paso concreto para reparar el daño. Según informaron desde la intervención del mercado, las refacciones abarcarán el 60% del edificio actual, con financiamiento compartido entre el Gobierno provincial y la Municipalidad. Durante este proceso, los puesteros serán trasladados provisoriamente a un predio ubicado en Pasaje Miramar 433, que cuenta con 2.500 m² y la infraestructura mínima necesaria para funcionar: baños, techo, servicios y medidas de seguridad. El traslado comenzará este lunes 16 y la atención se retomará en ambos espacios a partir del miércoles 18. “Hay mucha expectativa de los puesteros, ya que tienen la esperanza de volver a trabajar en las condiciones que merecen”, expresó el interventor Emilio Gutiérrez. Sin embargo, el alivio es relativo: las pérdidas materiales, la clientela disuelta y la falta de garantías a largo plazo siguen pesando sobre un sector económico históricamente postergado.
En esa línea, la semana pasada se aprobó en el Concejo Deliberante capitalino la nueva forma administrativa de los mercados municipales, un cambio significativo de paradigma en la búsqueda de garantizar una administración transparente y controlada.
Muratore vuelve a escena: rechazo y promesas de denuncia
En paralelo, la reaparición pública de José “Pepe” Muratore, el ex administrador separado tras el incendio, reaviva tensiones. En declaraciones a medios locales, Muratore anunció que abrirá dos mercados barriales de abasto —uno en Villa Mitre y otro en barrio Palmeritas— bajo su iniciativa privada. “Quiero tener mercado propio, no depender de nadie porque uno da la vida y termina siendo delincuente… ahora quiero generar lo mío”, sostuvo, en un intento de victimización que generó indignación entre muchos puesteros.
Muratore confirmó que ya avanza con la construcción de los nuevos espacios y que prevé inaugurar el primero en julio, con 54 puestos que incluirán carnicería, pollería, pescadería, venta de ropa y regionales. También aseguró que habrá un quincho para camioneros y trabajadores del lugar, remarcando su intención de “dar prioridad a la gente de la zona”.
Su anuncio no pasó desapercibido y generó mucho malestar entre quienes todavía piden explicaciones sobre lo ocurrido en noviembre del año pasado, años de administración sospechada, entre otros puntos. De hecho, cabe recordar que la concejala Agustina Álvarez, semanas atrás anunció una denuncia penal a José Muratore por diversas irregularidades cometidas durante su gestión que se extendió por más de tres décadas.
El Mercado San Miguel no es solo un edificio en refacción: es un espacio simbólico y vital para cientos de familias que sostienen la economía popular salteña. Que la reconstrucción se haya puesto en marcha es una buena noticia. Pero también es necesario que se rindan cuentas, que se escuche a los trabajadores y que se evite repetir los errores de gestiones anteriores. La reaparición de Muratore es un recordatorio de que, si no hay justicia ni memoria, las prácticas que llevaron a este colapso pueden encontrar nuevos caminos.