Seguridad

En el Día Mundial de la Voz concientizan sobre la salud vocal

El 16 de abril se conmemoró el Día Mundial de la Voz. La celebración fue instituida por la Federación de Sociedades de Otorrinolaringología, con la finalidad de crear conciencia sobre la importancia de cuidar el aparato fonador y hacer una buena utilización de la voz.

Por ello, el Ministerio de Salud Pública a través de sus servicios de Otorrinolaringología en los Hospitales San Bernardo y Del Milagro, recomienda a la población y especialmente a las personas que utilizan la voz como herramienta de trabajo, consultar con los especialistas ante cualquier cambio o alteración que se perciba en la emisión de la voz.

Los dos problemas principales de la voz son la disfonía y la afonía.

Se define como disfonía a la pérdida del timbre normal de la voz, que puede deberse a un trastorno funcional u orgánico de la laringe.

Esto puede producirse por una incorrecta utilización de la voz en forma de excesiva tensión de las estructuras de la laringe.

También, por un exceso de energía que se traduce en micro traumatismos en las cuerdas vocales, inflamación y la posibilidad de la aparición de lesiones orgánicas en el borde de las cuerdas vocales, tales como nódulos o pólipos.

Otra de las causas es el abuso vocal, que puede darse entre las personas que utilizan la voz durante muchas horas, como pueden ser docentes, telefonistas, vendedores, cantantes, locutores, etc.

En tanto, la afonía se produce por un uso excesivo de las cuerdas vocales o por gritar muy fuerte. Es la afección más grave y consiste en la ausencia total de la voz, o cuando la persona sólo puede emitir un susurro muy bajo, inentendible.

Puede producirse de forma gradual o repentina y, en general, obedece a causas relacionadas con la laringe, como nódulos en cuerdas vocales, pólipos o edemas.

Las causas más frecuentes son enfermedades del aparato respiratorio: faringitis, laringitis, amigdalitis, alergias, tos persistente, tumores o nódulos.

También por un mal uso de la voz: forzarla demasiado por trabajo o entretenimiento; productos irritantes o tóxicos: tabaco, alcohol, pimienta, vinagre, productos químicos o abrasivos; o bien por cuadros nerviosos o excesiva exposición a bajas temperaturas.

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