Cumbre de las Américas con exclusión, reproches y la sombra de China
La reunión estará cruzada por la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, que generó la ausencia de López Obrador y otros mandatarios. Washington ensaya un acercamiento a la región, pero tropieza con sus propios límites. Vetos y sanciones, mientras Pekín gana influencia con comercio e inversiones
La “familia” está desavenida, pero igual tendrá su foto de rigor hoy en Los Ángeles, justo antes de la ceremonia inaugural de la IX Cumbre de las Américas.
El presidente Alberto Fernández viajó anoche, a las 23, a la gran ciudad del oeste de los Estados Unidos, corolario de la decisión de participar a pesar de la ausencia, decidida por Joe Biden, de los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
En un movimiento de pinzas con el mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien se ausentará, Argentina planteará desde adentro la protesta por esas exclusiones y elevará los reclamos insatisfechos de América Latina y el Caribe a la hiperpotencia en su condición de titular de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Marcelo Ebrard, el canciller de México, que encabezará la delegación de su país ante el faltazo de AMLO, dijo ayer que el principal tema de la cita será “Cuba y el bloqueo”. “Si queremos dar lugar a una nueva etapa, que es el objetivo de la cumbre, no puedes mantener viejas decisiones como las exclusiones de esta naturaleza o el derecho de intervención selectiva respecto a otros países”, le dijo al diario La Jornada.
En rigor, además del mexicano, otros mandatarios no asistirán en protesta por la ausencia de Miguel Díaz-Canel, Nicolás Maduro y Daniel Ortega. Se trata del boliviano Luis Arce y de la hondureña Xiomara Castro.
El guatemalteco Alejandro Giammattei no estará debido a un entredicho reciente con la Casa Blanca, que deploró la confirmación de la fiscal general, María Consuelo Porras, a quien considera connivente con la corrupción.
El uruguayo Luis Lacalle Pou no será de la partida por haberse contagiado de covid-19. Son muchas las deserciones, pero no el fiasco que el Departamento de Estado temía semanas atrás.
La actuación de Biden
La participación de Fernández, como se dijo, se conversó con el DF y, a su vez, gatilló la del chileno Gabriel Boric. Presionado por demócratas y republicanos para no ceder ante el “eje del mal” latinoamericano en una reunión que tiene en la preservación de la democracia uno de sus ejes temáticos, Biden actuó mirando a la vez la política hemisférica y las elecciones de mitad de mandato de noviembre.
Habrá que ver si la preocupación por la institucionalidad pesa tanto en la bilateral que mantendrá con el brasileño Jair Bolsonaro, cuyas denuncias infundadas de fraude a lo Donald Trump encendieron las luces de alerta del Departamento de Estado y de la CIA, que temen que las elecciones de octubre deriven en la desestabilización del gigante sudamericano.
Más allá de las exclusiones y sanciones contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, Fernández y los miembros de la CELAC elevarán su queja por lo que entienden como una insensibilidad de Estados Unidos, obsesionados hoy por la guerra en Ucrania, la puja con Rusia y la competencia con China.
Conocedor de esos reclamos, Washington trató de curarse en salud aliviando recientemente algunas de las sanciones reforzadas por Trump contra La Habana y abriendo instancias de diálogo con Caracas y hasta permisos -muy puntuales- de inversión petrolera.
Con Nicaragua no tiene mucho por conciliar. Asimismo, para demostrar compromiso, la vicepresidenta Kamala Harris anunció ayer, en la previa de la cumbre, planes de inversión por 1.900 millones de dólares en Honduras, Guatemala y El Salvador, el llamado “triángulo norte” de América Central.
El gesto es en defensa propia: Estados Unidos entiende que ese es un camino para arraigar a las poblaciones locales en momentos en que unos 7.500 centroamericanos tratan de ingresar cada día como inmigrantes sin papeles.
Aparte de eso, el tenor de las inversiones es revelador de las estrecheces con las que la potencia piensa su relación con la región: se trata de apuestas privadas, de compañías como la textil GAP, la de telecomunicaciones Millicom o Visa, e entre otras. Un Estado que no es protagonista cuando juega de local, difícilmente lo haga en el exterior.
Esto contrasta con lo que China, la superpotencia emergente, ofrece para ganar influencia en la región. Estados Unidos puede revolverse ante ese hecho, pero solo ofrece vetos y exigencias, sancionando cada vez que ve sus intereses comprometidos, mientras que Pekín genera comercio e inversiones copiosas, con financiamiento llave en mano, en el marco de la iniciativa de la Franja y la Ruta.
Reclamo de la CELAC
En el fondo, el reclamo de la CELAC acerca del pecado estadounidense de omisión no sería nada nuevo si no tuviera hoy un subtexto especial: sin ventajas, no hay veto antichino que valga. El principio es correcto, pero la duda es si los diferentes países pueden sostenerlo en los hechos, por caso, la debilitada Argentina: ¿realmente alguien creyó que Fernández llegó a evaluar ausentarse de la cumbre de Los Ángeles cuando su Gobierno tendrá que pedirle ayuda a Biden, más temprano que tarde, ante incumplimientos que ya se intuyen en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional?
Es interesante, al respecto, que López Obrador haya decidido mantener transitables los puentes hacia Estados Unidos al pautar, en paralelo a su gesto de protesta actual -que lo confirma como uno de los grandes referentes del progresismo latinoamericano-, una visita oficial el mes que viene.
En la misma, le planteará a Biden que Estados Unidos debería buscar un proceso de integración hemisférica, pero no uno cualquiera, como el que une a los dos países y a Canadá desde enero de 1994, que sirvió para multiplicar el comercio, pero no para abatir una pobreza endémica en México.
Al revés, debería inspirarse en el proceso que generó la Unión Europea, con inversiones públicas cuantiosas en infraestructura y con plazos e incentivos para una convergencia equitativa.
La idea es, a la vez, el señalamiento de una carencia de larguísima data de Estados Unidos. En efecto, si ese país hubiese tenido para su vecindario una concepción tan inteligente como las de Alemania y Francia, que permitieron enterrar siglos de guerras y alumbrar un futuro de prosperidad para un continente, no solo la región habría hallado, probablemente, una vía al desarrollo, sino que la propia superpotencia no sufriría hoy tan agudamente problemas como el narcotráfico y la inmigración ilegal que tanto le afligen.