El peronismo empezó su duelo por Cristina Kirchner: entre la negación y el temor
En el PJ se resisten a aceptar la decisión de la vicepresidenta de no ser candidata a nada. Entre el operativo clamor y el miedo a una catástrofe electoral
FUENTE: https://www.infobae.com/politica/2022/12/12/el-peronismo-empezo-su-duelo-por-cristina-kirchner-entre-la-negacion-y-el-temor/
Al presidente Alberto Fernández y al intendente de Ensenada, Mario Secco, los diferencia el cargo, los modos, el origen y la forma de vivir su vínculo con Cristina Kirchner. En ambos, existe la misma distancia que hay entre un adepto y un fanático. Pero ambos están conectados y empatados en la misma sensación que atraviesa a todo el peronismo: ninguno acepta que la vicepresidenta cumplirá, efectivamente, su palabra de no estar en las boletas del 2023.
Como si fuera la primera etapa del duelo que describió la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, las voces en el PJ coinciden en negarse a aceptar la pérdida que representa el anuncio que hizo Cristina Kirchner después de la condena a seis años de cárcel e inhabilitación perpetua que recibió en la Causa Vialidad por corrupción con la obra pública de Santa Cruz.
No es sólo la difícil digestión de su frase de que “no será candidata a nada”. Es la sensación de vértigo y ausencia de un punto de referencia capital para todo el sistema político, pero sobre todo, para el Frente de Todos. Hasta el miércoles pasado, Cristina Kirchner era el alfa y omega de los cálculos políticos de la frágil e inestable alianza de gobierno. Pero su decisión parece empezar a trastocarlo todo.
Cristina Kirchner y el día en que Alberto Fernández exteriorizó una difícil convivencia política.
En el libro que dio origen al modelo Kübler-Ross, se advierte que el duelo no necesariamente se refiere al fallecimiento de un ser querido, sino que puede aplicarse a rupturas personales, laborales y de otros vínculos. Allí se indica que la negación es la primera etapa de ese derrotero que incluye la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. En ese circuito, parece, entró el peronismo.
La incredulidad la comparten, en off the record y públicamente, la primera línea de oficialismo. Pero también hay un descreimiento generalizado en la oposición. La duda es hasta qué punto hubo un cálculo, una estrategia o, en sentido contrario, un arrebato emocional por el impacto de la sentencia que le hizo decir aquello que no debía.
En la columna de este domingo publicamos la frase que pronunció en el reportaje que le realizó la periodista Mônica Bergamo a Folha De S.Paulo:
“La política no es solamente ocupar un cargo. No es solamente ser presidente, Vicepresidenta, senadora, o diputada. Es poder enhebrar ideas. Transmitirlas. Que haya gente que las reciba, que las sienta. Ayudar a interpretar y a decodificar. ¿Qué es ser un dirigente? Dirigente no es un lugar formal. Ser dirigente es poder mirar un poco más allá y decir “la historia va por allá, hay que hacer esto; es por allá, es por allá”. Eso no lo voy a perder nunca. No podré ser presidenta, no podré ser legisladora, no podré ser vicepresidenta. Pero opinar, decir lo que me parece que hay que hacer para salir y para construir un país mejor para nuestra gente, eso no voy a renunciar nunca”.
Sin embargo, las declaraciones de Alberto Fernández en la entrevista con Jorge Fontevecchia en Perfil explicitan un sentimiento de incredulidad que se extiende en el seno del PJ, pero que también abarca a otras feligresías cristinistas, a sindicatos, movimientos sociales y todo el entramado que se identifica con el Frente de Todos.
Al ser consultado sobre si ponía en duda el anuncio que hizo Cristina Kirchner, el presidente respondió: ”No me animo a decir eso porque su palabra es su palabra, y no pondría en duda su palabra. Lo que digo es que en el mensaje hay un mensaje subliminal que nadie analiza, pareciera ser que el mensaje es me bajo de las candidaturas. El mensaje es voy a asumir como ciudadana simple, como soldado raso, como ciudadano raso, o como ciudadana rasa en su caso, las consecuencias de los disparates jurídicos que ustedes causan”.
Y agregó, cuando le consultaron si iría por la reelección, habida cuenta del renunciamiento de CFK: “No lo sé, por eso tampoco quiero pensar en que Cristina no va a ser candidata”.
Desde la otra punta, el intendente de Ensenada, Mario Secco, anfitrión de la tumultuosa cumbre posterior al anuncio, habló sobre la renuncia y recayó en la negación: “Cristina es la única que llena el vaso. Me gustaría que sea candidata, es lo mejor, pero es muy cruel pedirle todo a ella porque ha dado todo. Es una mujer que juega y tiene temperamento”.
“Si Cristina no es candidata, estamos al horno”, sentenció durante la entrevista con el periodista Gabriel Sued en FutuRock. Además, consideró que “la única que ordena esto es ella” y que no hay un dirigente dentro del espacio que la pueda igualar, en términos de representatividad e intención de voto. “Cristina en cualquier encuesta le saca el doble de los votos a Macri. Le gana a todo el liberalismo junto. Si le sacan 30 puntos, Cristina está en 35, y cuando se enciende y arranca en campaña se los lleva puestos a todos”, sostuvo.
Desde el entorno de la vicepresidenta, más allá de las dudas e incertidumbre, se trató de aclarar el sentido del anuncio de Cristina Kirchner y se subrayó esa frase pronunciada en la entrevista con el diario paulista como una prueba eficiente para despejar cualquier interpretación emocional a la decisión que comunicó después del fallo.
El tono elevado, la mención a “los amarillos” como causante de todos los males, y el llanto contenido al recordar a Néstor Kirchner, fueron explicados como parte de un momento difícil después de que se confirmara la condena e inhabilitación perpetua. “Sabía ella y todo el mundo cuál iba a ser el veredicto. No hubo sorpresa, pero igual es un momento de mierda”, explicaba, sin eufemismos, un colaborador.
Según esa mirada, la decisión de no presentarse en las próximas elecciones busca enfrentar la decisión tomada que habría de encarcelarla. No duda que esa acción, de concretarse, lejos de perjudicarla en términos electorales podría terminar provocando el efecto contrario. Se repitió hasta el hartazgo que la vicepresidenta ecualiza en Lula Da Silva su posible destino: entrar a la cárcel para salir de allí reivindicada.
“No es el final de nada. Este es el comienzo de algo nuevo. Cristina les dijo a los que la vieron en Ensenada que se dejen de joder, dejen la comodidad y se pongan a militar. Con el recuerdo de que cada militante tiene en su mochila el bastón de mariscal les está diciendo que caminen, que hablen, que discutan y que disputen el sentido. No puede ser que se diga que los peronistas somos ladrones y que nos escondamos”, agregó el informante.
Por ese pedido que transmitió ante los intendentes y dirigentes convocados en el partido gobernado por Secco, la vicepresidenta espera que los dirigentes se muestren más activos no sólo por proteger sus distritos y conseguir los votos necesarios para continuar en sus cargos, sino que asuman la defensa de un proceso político que empezó en 2003 y que, 20 años después, pretende que no pierda vigencia.
“Hay muchos cómodos porque saben que Cristina resuelve en términos políticos todo. Desde que habla y se paraliza el país para escucharla, a que se lleva la marca con la oposición, que recibe críticas y un desgaste permanente. Que define la interna y ordena. Ahora lo que les pidió es que haya candidatos a presidente, a gobernador y a intendente -aseguró el interlocutor, de trato habitual con la vicepresidenta- y que compitan. Es el principio de algo nuevo. Ella no dijo que se va”.
La disyuntiva de Kicillof
La decisión de Cristina Kirchner de no competir en las próximas elecciones impacta de lleno en el principal distrito electoral: la provincia de Buenos Aires. Y sobre todo en uno de los dirigentes que más depende de la potencia electoral de la vicepresidenta que es Axel Kicillof.
Suelto de las estructuras oficialistas bonaerenses, ni La Cámpora ni los intendentes lo reconocen como propio y el gobernador mantiene en ese no alineamiento su modo de convivencia para gestionar intereses cruzados y lealtades inestables. Pero esa ausencia de anclaje territorial y partidario, la compensa el mandatario bonaerense con el respaldo sin fisuras de CFK, titular indiscutida de la jefatura política.
Ni los intendentes ni los gremios y menos aún los dirigentes que responden a Máximo Kirchner reconocen en Kicillof más que un representante de la vicepresidenta. El ingreso de Martín Insaurralde como jefe de Gabinete dispuesto por la propia Cristina Kirchner después de la derrota en las últimas elecciones implicó un avance de los intendentes pero que no terminó de convertirse en una intervención plena.
Lo cierto es que el gobernador bonaerense empezó a recibir después del renunciamiento comunicaciones de dirigentes del Frente de Todos tanteando la posibilidad de que se anote en la grilla de candidatos a presidente. “Hubo compañeros bienintencionados, pero también de los otros, de esos a los que les habló Cristina, que están porque les sirve, porque con ella juntan votos. Esos lo quieren sacar a Axel por arriba, como suele hacer el peronismo”, reconoció un dirigente bonaerense.
¿Traducción? Varios intendentes del conurbano que especulan con que, si Kicillof va a la Nación, al ser el dirigente que mejor fideliza el voto cristinista, les dejaría la gobernación disponible. Es una colina que en la primera y en la tercera sección electoral hay interesados en conquistar (y que se vienen preparando con paciencia monacal).
“Kicillof es una condición necesaria para la esperanza de retener Buenos Aires, porque si no se hace una buena elección en la provincia es imposible pensar en ganar en la presidencial. En el peronismo bonaerense saben que mide bien y que ninguno de los intendentes está en condiciones de garantizar una victoria. Sin Cristina Kirchner como candidata a senadora, ni a presidenta es posible que se produzca una catástrofe que se lleve puesto todo. Que no se gane la Presidencia, la Gobernación y se pierdan varias municipalidades. Puede ser un escenario de catástrofe”, continuó el mismo interlocutor.
Mientras las distintas cofradías del peronismo empiezan a vivir la negación, de cumplirse el Modelo de Kübler-Ross todavía les queda enojarse con Cristina Kirchner por dejar un vacío en las boletas, pedirle vía operativo clamor que revise su decisión, hasta hacer la triste y definitiva aceptación de que el peronismo debe, quizá, iniciar una sucesión en el liderazgo que ejercieron Juan Perón, después Carlos Menem, y luego Néstor y Cristina Kirchner.