“Lo importante no son las ideologías, lo importante son las personas”, dijo Cargnello

Con el Domingo de Pascua la feligresía católica abre las puertas a un nuevo tiempo litúrgico correspondiente el segundo tramo del Tiempo Ordinario.
El primero inicia tras el tiempo de Navidad y termina antes del Miércoles de Ceniza; después del tiempo de Pascua, llega la segunda etapa hasta el sábado antes del primer domingo de Adviento.
La misa central de la Iglesia Catedral, en el Domingo de Resurrección fue celebrada a las 20,30 por monseñor Mario Cargnello.
Se dio lectura a los Hechos de los Apóstoles y a la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los cristianos de Corintios, correspondientes a la celebración de la Pascua, para luego escuchar el Evangelio con su secuencia.
En la homilía, destacó monseñor Mario Cargnello, que se celebra el domingo central de la liturgia, se refirió a que en esta oportunidad tanto los ortodoxos, como los judíos (hermanos mayores) y los católicos, todos celebran la Pascua,”
celebramos la libertad sobre la esclavitud y el perdón sobre la venganza. Y esto no deja de ser algo providencial, es un testimonio de esperanza”.
Posteriormente, hizo hincapié en que la fe católica permite que se crea en que el Señor venció a la muerte” es una nueva etapa para la humanidad, tenemos el recuerdo de un hombre bueno, sabio, que ha pasado en algún momento de la historia, en la que estamos casi a dos mil años de su muerte. Hay siempre algo que nos puede llamar la atención. Es el único caso en que apoyamos nuestra fe en que venció a la muerte”, dijo
Más adelante señaló “en un mundo en el que hay guerras que matan todos los días, miles de persones, como en Ucrania, países asiáticos, en Africa, en Israel, y en esta provincia, donde cierran jardines de infantes, por falta de niños, que no nacen, o que los abortan, disminuye la capacidad de esperanza”, dijo. También se refirió al aislamiento de los jóvenes a través de las tecnologías, del uso de drogas, de situaciones extremas que deben tratar de ser acompañadas con la esperanza de vida.
“Con el resucitado todo empieza de nuevo y los apóstoles que habían seguido a Jesús lo ven todo lo que le había pasado y como murió y seguro dudan, pero en el encuentro con Él cambian”.
Marcó la necesidad de un abrazo misericordioso, “para cambiar las sociedades, con tantos signos de muerte, “debemos ser signos de vida, podemos unirnos. Los jóvenes que estudian y se esfuerzan; los matrimonios que buscan lo mejor para sus hijos; no nos dejemos abrumar por las malas noticias, creamos que las obras nuevas que hacemos son comienzo de nuevas sociedades”, sostuvo el arzobispo de Salta.
Finalmente dijo que se deben mirar los signos de esperanza, que están en lo cotidiano, con los que pueden perdonar, los que trabajan por los enfermos, “lo importante no son las ideologías, son las personas, las que construyen la paz en el medio de esta sociedad, seamos masa nueva. Esa es la Pascua”, finalizó.
Los mensajes desde el interior profundo
Durante las celebraciones de Semana Santa, sacerdotes del interior de Salta compartieron mensajes que combinaron esperanza, fe y preocupación por los desafíos actuales de la vida comunitaria y espiritual. En Cafayate, el obispo de la Diócesis, monseñor Darío Quintana, advirtió sobre la baja participación de adolescentes y jóvenes en las actividades de la Iglesia. “Necesitamos creatividad para lograr su integración”, expresó, y destacó que la Pascua es una oportunidad para “renovar la vida espiritual y la esperanza en un mundo mejor”.
También señaló la disminución del voluntariado para el mantenimiento de la Catedral y otras capillas, lo que complica tareas fundamentales para el culto. A pesar del contexto económico difícil, llamó a colaborar con las obras apostólicas como la guardería Santa Mónica y el hogar de ancianos, sostenidas en parte por las colectas.
En Metán, el presbítero Carlos Castillo reflexionó sobre el valor del sufrimiento y el compromiso en tiempos donde —según dijo— muchos buscan evitar el sacrificio. “El amor verdadero implica dolor. Cristo lo vivió hasta el extremo por amor a nosotros. Si nos toca sufrir, que sea por amor”, sostuvo. Durante el Vía Crucis, se vivieron momentos de intensa emotividad. En la XXI Estación, se proclamó: “Te clavan a la cruz con hierro de hierra… en tu sangre derramada se manifiesta la vida de todos los pueblos”. Castillo también lamentó la pérdida del sentido de entrega en las nuevas generaciones. “Hoy muchos no quieren casarse, ni tener hijos. No quieren sufrir. Pero amar es también sufrir por el otro. No se puede servir sin sacrificio”, afirmó. Como muestra de ese cambio, señaló: “En 31 años de cura, es la primera vez que celebraré la Vigilia Pascual sin bautismos. No hay niños”. Las celebraciones concluyeron con una oración de bendición e imprecación, recordando la muerte de Cristo con la esperanza de su resurrección.
Contra la intolerancia
El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la Vigilia Pascual este sábado en la catedral metropolitana. En una celebración colmada de símbolos de luz, agua y esperanza, convocó a los fieles a “correr la piedra de la intolerancia, la desesperanza y el individualismo”, para poder vivir verdaderamente la fraternidad. “La piedra corrida del Evangelio es también hoy el llamado a dejar atrás lo que nos encierra”, expresó el prelado. En su homilía, advirtió sobre los peligros de silenciar los problemas: “Aquello que no se habla se termina actuando, aquello que no se enfrenta termina creciendo”. Inspirado en el ejemplo de las mujeres del Evangelio que hallaron la tumba vacía, García Cuerva invitó a levantar la mirada y renovar la alegría de la fe. “Volvamos a pasar por el corazón el anuncio de la Pascua. Jesús está vivo y debemos anunciarlo con compromiso y alegría”, sostuvo. La celebración culminó con la renovación de las promesas bautismales y el fervoroso saludo final del arzobispo: “¡Viva Cristo Resuci-tado! ¡Viva la Iglesia! Felices Pascuas para todos”.